Celsius 232
Corría el año 2012 cuando algo increíble pasó en Avilés. No sé cómo ni por qué ni quién fue el genio al que se le ocurrió esta genial idea pero durante cinco días mágicos Avilés pasó a ser parte de la Tierra Media, de Invernalia, de Albión, de Ankh-Morpork, convirtiéndose en el centro neurálgico de Asturias y de España entera.
Un montón de escritores y editores vinieron a Avilés, tanto a dar charlas sobre sus libros como a dar consejos a escritores amateur. Hubo conciertos, visitas guiadas, exposiciones de arte relacionado con el mundo de la fantasía y ciencia ficción, duelos a espada, talleres de maquillaje, charlas sobre videojuegos, entrevistas con dobladores, cosplayers y todo lo que podáis imaginar.
Uno de esos escritores fue el gran George R. R. Martin. La noticia corrió como la polvora y mi pequeña y coqueta villa se lleno de curiosos acentos y extraños idiomas, algo poco frecuente en esta tierrina mía. Vino gente de todo el mundo a conseguir una firma, una foto, a ver a Martin y no decepcionó a nadie. Demostró ser una persona amable, llana, que la fama no significaba nada para él y la gente le quiso aún más por ello. En cuanto Martin se enteró de que marchó gente sin conseguir la deseada firma le puso remedio y estuvo todos los siguientes días firmando libros hasta que no quedó persona alguna sin firma.
Por algún motivo el Hacedor ama a Avilés y durante los cuatro o cinco días que dura el festival se nos otorgan días radiantes y cálidos que permiten que por las noches se proyecte en la plaza del ayuntamiento grandes clásicos del cine como Alien, La cosa, Encuentros en tercera fase... Ese primer año, a parte de las obras maestras de rigor, se expuso el capítulo 2x08 de la grandiosa Juego de Tronos. Pufff... No puedo deciros qué supuso aquello. La plaza estaba llena de catalanes, vascos, gallegos, madrileños...y, por supuesto, asturianos. Desde el balćon del hotel NH, George R. R. Martin se unió a nosotros en el visionado de su propia creación. Por su culpa estábamos todos allí, él había creado todo aquello, él nos había creado a nosotros en cierto modo. Al finalizar el capítulo, como si todos los presentes fueran una sola persona, un murmulló comenzó a inundar la plaza, un murmullo que no tardo convertirse en una melodía. Todos los presentes, todos, estaban cantando The rains of Castamere mirando hacia el balcón, mirando a Martin, dándole las gracias, no sé, por todo. La ovación, los aplausos tanto por nuestra parte como por la suya, duró minutos y minutos. ¡¡¡Pufff, fue una pasada!!! No sabéis cuánto lo siento por aquellos que no hayáis estado allí, tan sólo Estela y Bea de todo mi pequeño grupo pueden dar fe de mis palabras aunque no sé si de mi entusiasmo, jajaja.
Pero puede que lo que más me guste de todo el Celsius sea el ambiente. Ese ambiente friki, relajado y distendido, ese buen rollito que invade toda la ciudad o, al menos, a toda la gente que acude al festival. Poca gente se conoce pero siempre acabas hablando con unos y otros de manera totalmente espontanea y natural. Podéis creerme, yo, persona asocial, distante y bastante fría de primeras, no encuentro problema a la hora de ponerme a hablar con gente que no había visto en mi vida durante esos cuatro días. Una vez acabado el Celsius vuelvo a mi estado natural de sosura máxima pero mientras dura...soy feliz.
No sé, quien más, quien menos, si está allí es porque muy normal no es. Eso puede ser un problema para la gente que se pase por allí accidentalmente y se sienta fuera de lugar pero para los que no somos del todo normales es una bendición. Es relajante, liberador. La gente es abierta, mentalmente al menos, allí nadie se mete con nadie y todo punto de vista y locura surgida de la nada es bien recibida. La gente va allí a reírse, a divertirse, a dar respuesta a las grandes preguntas como cómo sobrevivir a un apocalípsis zombi y ese tipo de cosas.
Después de esos días de subidón máximo, el bajón a la realidad es importante. Pero no para nada, el año que viene hay más y allí estaré, esperando en primera fila.
Por cierto, alguno de los libros de los que se ha hablado en este blog han salido del Celsius como pueden ser:
Esperemos que esta lista siga aumentando con cada nueva edición.
Uno de esos escritores fue el gran George R. R. Martin. La noticia corrió como la polvora y mi pequeña y coqueta villa se lleno de curiosos acentos y extraños idiomas, algo poco frecuente en esta tierrina mía. Vino gente de todo el mundo a conseguir una firma, una foto, a ver a Martin y no decepcionó a nadie. Demostró ser una persona amable, llana, que la fama no significaba nada para él y la gente le quiso aún más por ello. En cuanto Martin se enteró de que marchó gente sin conseguir la deseada firma le puso remedio y estuvo todos los siguientes días firmando libros hasta que no quedó persona alguna sin firma.
Por algún motivo el Hacedor ama a Avilés y durante los cuatro o cinco días que dura el festival se nos otorgan días radiantes y cálidos que permiten que por las noches se proyecte en la plaza del ayuntamiento grandes clásicos del cine como Alien, La cosa, Encuentros en tercera fase... Ese primer año, a parte de las obras maestras de rigor, se expuso el capítulo 2x08 de la grandiosa Juego de Tronos. Pufff... No puedo deciros qué supuso aquello. La plaza estaba llena de catalanes, vascos, gallegos, madrileños...y, por supuesto, asturianos. Desde el balćon del hotel NH, George R. R. Martin se unió a nosotros en el visionado de su propia creación. Por su culpa estábamos todos allí, él había creado todo aquello, él nos había creado a nosotros en cierto modo. Al finalizar el capítulo, como si todos los presentes fueran una sola persona, un murmulló comenzó a inundar la plaza, un murmullo que no tardo convertirse en una melodía. Todos los presentes, todos, estaban cantando The rains of Castamere mirando hacia el balcón, mirando a Martin, dándole las gracias, no sé, por todo. La ovación, los aplausos tanto por nuestra parte como por la suya, duró minutos y minutos. ¡¡¡Pufff, fue una pasada!!! No sabéis cuánto lo siento por aquellos que no hayáis estado allí, tan sólo Estela y Bea de todo mi pequeño grupo pueden dar fe de mis palabras aunque no sé si de mi entusiasmo, jajaja.
Pero puede que lo que más me guste de todo el Celsius sea el ambiente. Ese ambiente friki, relajado y distendido, ese buen rollito que invade toda la ciudad o, al menos, a toda la gente que acude al festival. Poca gente se conoce pero siempre acabas hablando con unos y otros de manera totalmente espontanea y natural. Podéis creerme, yo, persona asocial, distante y bastante fría de primeras, no encuentro problema a la hora de ponerme a hablar con gente que no había visto en mi vida durante esos cuatro días. Una vez acabado el Celsius vuelvo a mi estado natural de sosura máxima pero mientras dura...soy feliz.
No sé, quien más, quien menos, si está allí es porque muy normal no es. Eso puede ser un problema para la gente que se pase por allí accidentalmente y se sienta fuera de lugar pero para los que no somos del todo normales es una bendición. Es relajante, liberador. La gente es abierta, mentalmente al menos, allí nadie se mete con nadie y todo punto de vista y locura surgida de la nada es bien recibida. La gente va allí a reírse, a divertirse, a dar respuesta a las grandes preguntas como cómo sobrevivir a un apocalípsis zombi y ese tipo de cosas.
Después de esos días de subidón máximo, el bajón a la realidad es importante. Pero no para nada, el año que viene hay más y allí estaré, esperando en primera fila.
Por cierto, alguno de los libros de los que se ha hablado en este blog han salido del Celsius como pueden ser:
Esperemos que esta lista siga aumentando con cada nueva edición.
¡Allí estaremos!
ResponderEliminarCuenta con mi hacha.
He aquí un artículo profesional que explica mejor que yo lo que es el Celsius:
ResponderEliminarhttps://www.jotdown.es/2021/07/fui-al-celsius-y-no-me-acorde-de-ti/