Misa de medianoche
La última obra de Mike Flanagan (creador de La maldición de Hill House y La maldición de Bly Manor) es incapaz de dejar indiferente a nadie. En poco tiempo consiguió ganarse el afecto y el odio del público a partes iguales.
Yo, por un mero hecho de gusto personal, prefiero el consumo fresco y sin procesar de todo tipo de material, ya sean libros, series o películas. Con esto quiero decir que me enfrento al producto con la mente en blanco y libre de opiniones ajenas ya sean de críticos profesionales o amateurs. Quiero ser yo la primera crítica de aquello que veo. Misa de medianoche no fue una excepción. Así que ahí estaba yo, sentada delante del televisor, habiendo visto tan sólo el trailer promocional y sabiendo quién era el creador. Eso era todo.
Antes quisiera dar un dato sin importancia: soy atea. Y digo sin importancia porque esta serie no está hecha ni para apoyar ni para criticar la religión, de manera que es apta para todo tipo de públicos y rangos diversos de espiritualidad. Si que se aprecia, sin grandes esfuerzos, una fuerte crítica contra el fanatismo y los peligros que ello conlleva.
Es cierto que Mike Flanagan ahonda mucho en los personajes que aparecen en sus obras. Acabas sus series con cierto sentimiento de familiaridad y hasta de empatía hacia los personajes, eres capaz de ver y comprender por qué actúan como actúan y qué les ha hecho ser así, te hace partícipe de sus emociones y puedes llegar a vivirlas como tuyas propias y eso es fantástico... No he sentido lo mismo con Misa de medianoche. He echado de menos algo de carisma en alguno de sus personajes hasta llegar al punto de no importarme la suerte que corrieran. Afortunadamente tenemos a Monseñor Pruitt que viene a salvarnos a todos de estos sin sangre para meternos la fe en las venas por la vía rápida.
Pese a poder no aparentarlo en un primer momento, Paul Pruitt es el gran y único protagonista de esta fantástica serie. Sus monólogos, su puesta en escena, su interpretación y sus motivaciones crean un maremágnum por el que, como espectador, te dejas arrastras sin oponer resistencia. Admito que me hubiera encantado que profundizaran más en él pero ye lo que hay.
Ha sido una gran y grata sorpresa descubrir a Hamish Linklater (al que no había visto nunca) dando vida al bueno del Monsignore Pruitt, sin duda la serie no hubiera sido la misma sin su magistral interpretación. Ardo en deseos de volverlo a ver pronto dando vida a nuevos personajes.
Me encanta con que elegancia y naturalidad ha conseguido Flanagan fusionar lo fantástico con lo mundano. Es la primera vez que no siento ese bache incómodo al fondo de mi cerebro que, en muchas ocasiones, te ves obligada a ignorar para tratar de disfrutar de una película. Se ha intentado en muchas ocasiones (sin ningún éxito en mi opinión) juntar dos mundos a priori tan antagónicos pero es la primera vez que realmente se logra.
Sin embargo tengo que admitir, con mucho dolor de mi corazón, que parte de los rumores que puede que hayas oído circular por el ciber espacio son ciertos. No todos pero sí una pequeña parte.
Hay dos monólogos producto de una conversación entre dos de los protagonistas que son excesivamente largos. No tanto por la duración de los mismo como por el contenido que, a partir de un punto, resulta redundante y te saca un poco de la historia. Parece imposible o, al menos, altamente improbable, que dos personas normales le vayan a dedicar tal cantidad de palabras a dos reflexiones que, por otro lado, no son tan profundas. Pero puede que sean mi ateísmo y mi pragmatismo los que están hablando por mi.
En cualquier caso, pese a esos pequeños "fallos" que no llagan a tal, es una gran serie que merece ser disfrutada en la oscuridad y, a poder ser, en compañía de un gato.
La serie me ha gustado, pero no me parece tan redonda como Hill House. Yo creo que se pasa de ambicioso intentando retratar y entremezclar las vidas de los habitantes de la isla. Aunque entiendo esta decisión, que pretende mostrarnos como unos hechos sobrenaturales impactan en la comunidad y en cada individuo de manera diferente, en la práctica se traduce en una narración un tanto dispersa y con subtramas de nivel irregular, especialmente si las comparamos con el hilo principal de la serie, la historia de monsignor Pruitt. Personalmente, me he quedado con la sensación de que a la serie le sobra hojarasca religioso-filosófica y se hubiera beneficiado de centrarse más en lo verdaderamente disfrutable: el cura desquiciado, las orgías de sangre y las sectas fanáticas.
ResponderEliminarAporto mi personal granito de arena a las loas al señor Pruitt, sin duda el alma y corazón de esta serie. Me ha encantado, capitulo a capitulo mientras te va metiendo en un rollo religioso, fantástico tan bien llevado que no te das cuenta hasta que punto estás de sangre.
ResponderEliminarEn mi caso, estaba de sangre hasta las rodillas, y eso antes de que en este pueblecito de pescadores tan encantador subiese la marea. El trasfondo religioso me ha parecido genial, viste muy bien la trama. Es más, habría disfrutado de algo mas de religión sin tanto fanatismo.
Por otro lado, no todo es bueno en la casa del señor. Demasiado filosofeo sensiblero y, coincido con Jorge y Amanda, monólogos demasiado largos y más tramas de las necesarias. Aun con esto, no se agria la buena fruta y la serie deja un genial sabor de boca.