Scavenger´s Reign
Un grupo de náufragos estelares abandonados en un planeta misterioso con un ecosistema brutal. Así a bote pronto, como argumento, promete.
El argumento no parece nada excesivamente original, desde que Daniel Defoe escribiese Robinson Crussoe, y fijo que antes también, han aparecido mil variantes de esa misma idea. Pero para mi gratisima sorpresa, esta no es una de esas iteraciones. No hace falta pasar del primer capítulo para empaparse de un estilo de dibujo que parece beber del gran Moebius-Giraud, con sus trazos suaves y formas redondeadas, que dan vida a un mundo que es mucho más de lo que se parece a simple vista. La mística especial que empapó aquellas viñetas de "El Incal" y sus hermanos y hermanas literarios aparece
En cada rincón de este planeta. Aqui cada planta y animal esconde un secreto, una sorpresa o una vuelta de tuerca de 720 grados, con tirabuzón incluido.
Todo este mundo, increíblemente complejo e intrincado, plagado de sinergías maquiavélicas me ha recordado a aquel viejo cómic en las estanterías de mi padre, Hom, de Carlos Giménez, y a su novela madre, "invernáculo" de Brian Aldis. El ecosistema es tan extraño que parece mágico, a veces rayando el horror cósmico, a veces regalando momentos entrañables. Es algo difícil de explicar y que recomiendo encarecidamente ver para entender.
Sin embargo, parece ser que estas sensaciones mías son solo eso, ensoñaciones provocadas por la memoria. El equipo detrás de esta maravilla se inspiró en otras grandes obras tales como "Nausicaa del valle del viento", o "Aniquilación", más modernas que aquellas novelas gráficas tan vintage pero no por ello menos alejadas de esa sensación de desamparo ante una naturaleza despiadada, thrillers ecológicos en los que la humanidad se enfrenta a una naturaleza despiadada, pero no por ello hostil.
Y esa puede ser gran parte de la magia que tiene Scavengers Reign, existe en un punto intermedio genial que equilibra los ángeles y demonios de cada protagonista con el medio ambiente. El mundo es al mismo tiempo místico y maravilloso y cruel y despiadado, como sólo puede serlo la naturaleza. No hay, en ese entorno al que deben sobrevivir, más bien o mal que el que ellos mismos transportan, y todos los horrores a los que se enfrentan son, puramente, naturales. Porque, igual que en el hongo cordyceps, no hay maldad alguna al obligar a una hormiga a subir a lo alto de un árbol y dejar que crezca una seta en su cráneo, casi todos los peligros a los que se enfrentan los náufragos de la Deméter son procesos naturales.
Y en este entorno caótico, despiadado, naturalmente alienígena, los personajes son devorados o tienen su desarrollo, que les hace ser más o puede que menos humanos que al principio de su viaje. Porque la vida es así, y el náufrago más allá de la civilización no siempre será Robinson Crusoe, o tendrá a Viernes para mantenerle cuerdo. Lo más habitual será que se pierda la propia esencia y el entorno se filtre dentro de uno, sin mas remedio que convertirse en parte del mundo que, en suerte, te ha tocado habitar, y en ese entorno ya no serán personas, sino presas, depredadores, o simplemente en otro parche más de mantillo a disposición de la vida vegetal, para ser devorado de la forma mas inconsciente posible.
Aun así, en esto que parece la más oscura de las pesadillas, hay luces brillantes como faros en la noche. Scavengers Reign nos da tanto la desesperación como la esperanza, juntas, como partes inseparables de la existencia. A veces la marea va en una dirección, y otras en la contraria, y lo mejor que podemos hacer es fijarnos con atención y cuidado para posicionarlos lo mejor posible antes de ser arrastrados. En definitiva, la moraleja que puedo haber sacado de estos doce surrealistas y maravillosos episodios es que aun los entornos más hostiles pueden ser superados con voluntad y perseverancia, y un poco de suerte y mucha inteligencia. Y si no es así, aun en las peores circunstancias, hay algo de belleza oculta, lista para ser descubierta, pero nunca libre de consecuencias.


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