El ciclo
Empiezo a deambular por mi casa, buscándolos, mientras espero a que las pastillas hagan su efecto. Es obvio para mí que hay alguien más en casa, ya que no recuerdo haber puesto yo las pastillas ahí, y no reconozco mi letra en la nota. ¿Serán ellos? ¿Siguen aquí conmigo? El pasillo está vacío y frío cuando salgo de la habitación, las tablas del suelo crujen bajo la alfombra anunciando mis pasos a quien quiera que dejase la nota. Mis pies me llevan a través de la casa, de habitación vacía en habitación vacía, mientras la luna sigue mirándome a través de la ventana con su extraña sonrisa. Algo me dice que están ahí mismo, igual en la habitación de al lado, escondidos, esquivándome
¿Por qué me evitan? ¿Qué pude haber hecho? Y si fue así, ¿Por qué me han dado las pastillas?
Los pasillos y las salas se suceden, uno tras otro, mientras exploro lo que descubro, o redescubro, como una enorme mansión. La luna está cada vez más abajo en el horizonte, y el sol empieza a brillar, dejando la luz entrar a través de las muchas ventanas mal cubiertas por viejas cortinas. La propiedad está, descubro o recuerdo, abandonada y deshabitada excepto por mí. Igual que el sol entra en las muchas habitaciones, la realidad se filtra en mis pensamientos empujada por la medicación. Esa realidad cruel, que todos huyeron de mi lado, que ese demonio despiadado que habita mi mente los espantó irremediablemente, es aterradora por sí misma. Busco un lugar donde sentarme, el viejo butacón servirá, e intentar dar sentido a las dos visiones contradictorias del mundo a mi alrededor. Casi como esas viñetas, un ángel en un hombro y un demonio en el otro, solo que en mí hay dos pesadillas.
¿Vivo siendo esquivado por todos mis seres queridos, que no recuerdo pero que sé que existen? ¿O acaso la otra versión es la cierta y no tengo a nadie? Las pastillas, ellas son la respuesta, si sólo supiese qué son … eventualmente lo sabré, o creeré saberlo. Entonces, estoy tan seguro como puedo estarlo, pondré otras tres pastillas debajo de la nota y llenaré el vaso con agua antes de dormir de nuevo. Y mañana me despertaré al mismo desconcierto, viviré el mismo día, condenado a no saber cuál de las dos pesadillas es la real y cuál la fantasía, condenado a dudar de todo y todos, y... al final, decidir repetir el tormento de nuevo. La única diferencia será la luna que me ilumine al despertar, ligeramente cambiada, pero que también acabará repitiendo su rostro mientras se ríe de mi.


Kudos
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