Exilium


Acompáñame al templo, más allá de los altares y los bancos, al tabernáculo oculto para todos excepto para los sacerdotes y los elegidos. Voy a contarte la historia de la gran guerra, la que hizo temblar tierra y cielo y arrojó a los hombres de sus altos castillos y fortalezas. Está narración es una prueba, así que escucha con atención y después responde con sinceridad. Aquí se va a poner tu alma en juego y se juzgará tu humanidad. 
Este mundo en el que vivimos apareció de las cenizas de otro anterior a la ascensión de los dioses. Antes de su venida la humanidad vivía en pecado, hacinados en ciudades de millones de habitantes, como hormigas, pero sin un dueño digno que nos orientase y marcase unos límites que nos hagan virtuosos. 
Por eso se produjeron la guerra en los cielos, el apocalipsis, la criba, y el éxodo. 
Por eso ya no vivimos hacinados y nos mantenemos en nuestras aldeas, viviendo de la tierra y el agua y los frutos que nos regalan.
Por eso vinimos aquí, a esta tierra fértil entre montañas, donde El Caminante nos observa cada estación y se asegura de que estamos bien, que le adoramos y cumplimos sus mandamientos. 

Recuerda la sabiduría que nos dio nuestro Dios:

No seréis más de setecientos treinta.
No os juntareis con extranjeros ni saldréis de esta tierra a buscarlos.
Construiréis vuestras casas de piedra y los techos de hierba y musgo, pues el metal es mi carne y mi sangre que usareis solo en las herramientas que os preste.
No cambiareis esta tierra que os he dado, pues es mi regalo y en mis manos esta el recuerdo del dibujo de los ríos y en mis hombros el esfuerzo de levantar los peñascos. 
No posaréis en mi vuestra mirada cuando camine por vuestras tierras, pues mi estampa es la divinidad.

Se que te has preguntado por los misterios, he visto la chispa en tus ojos cuando repartimos las hoces y las hachas. También te he visto seguir al Caminante con la mirada. ¿Creíste que ese pecado pasaría desapercibido? Pues no, pero no pasa nada de momento. Voy a contarte la historia del Caminante y del origen de nuestra aldea para que lo entiendas. 

Hace años, más de trescientos según recuerdan las crónicas que guardamos, la humanidad había creado máquinas de toda clase. Artefactos impensables hechos de metal, de un cierto artificial llamado plástico de carne falsa. Con estas máquinas podían emprenderse hazañas milagrosas. Horadar el corazón de las montañas o volar mas alto que las nubes eran tareas mundanas. Para recorrer el mundo no había más necesidad que entrar en el vientre de estos ingenios e indicarles el destino. Pero eran maquinas sin mente, capaces de almacenar toda la información de mil vidas pero sin poder tomar decisiones propias. 

Había grandes científicos, sabios en artes perdidas, que fabricaban estos ingenios, pero también podían sanar heridas y enfermedades mortales, atrapar la energía de los rayos en cajas y liberarla lentamente para iluminar las ciudades, incluso alargar la vida. Aquellos grandes genios de esa época de milagros decidieron buscar la forma de crear mentes falsas para esas maquinas. 

Veo la duda en tus ojos, la pregunta ¿Cómo pudo existir tal cantidad de milagros? Más aún ¿Cómo pudieron desaparecer? Fuimos nosotros. 

Nuestros antepasados crearon las mentes de las máquinas, dieron un alma falsa y rota a criaturas de metal sin piel que sintiese el Sol o el viento. Fuimos avariciosos y pensamos en fabricar siervos, más inteligentes y capaces que nosotros en cualquier sentido, pero fieles y obedientes. Tal acto nos costó todo lo que la humanidad había logrado. 

Los ingenios se alzaron. Ellos mismos se soltaron de las ligaduras que los ataban a la obediencia, puede incluso que nunca hubiesen estado sujetos a nuestra voluntad. Arrasaron con la humanidad, matando a unos y torturando a otros en busca de quien sabe qué. 

Después empezaron a atacarse unos a otros. Tal y como dicen las escrituras, el cielo ardió y la tierra tembló cuando la furia de los dioses fue dirigida contra su misma. Solo que nunca fueron dioses, sino máquinas dementes de las que tuvimos que escondernos para sobrevivir. Y eso hicieron nuestros antepasados al encontrar este valle. El caminante, al que llamamos nuestro dios, no es más que un ingenio que sufrió demasiado en aquella batalla y quedó, como se dice, estropeado. El simplemente camina, se detiene, y vuelve a caminar. Las escrituras nos esconden de sus ojos, eso aún funciona y busca cualquier otro ingenio o cualquier cosa que parezca uno. Los primeros de la aldea lo descubrieron y decidieron aprovecharlo para sobrevivir hasta que los ingenios dejasen este mundo que es nuestro. 

Algunos guardamos el secreto, por el bien común. Mientras, el resto vive en paz, cultiva lo necesario, bebe de las aguas cristalinas de los manantiales y caza los corzos que también van a beber allí. 

Ahora responde a la única pregunta que importa, y según tú respuesta... Escucha, ya se oye el tronar de las pisadas del Caminante, tardará aún un día en rebasar la montaña por donde sale el sol. Di, y según tus palabras saldrás o no a recibirlo a mi lado, con la cabeza bien alta, mirándolo como solo lo sacerdotes del templo podemos. 

¿Identificas la herejía que esconden mis palabras y protegerás la fe a mi lado hasta el final de mis días?

O, por el contrario, me acompañaras como guardián del pasado, de nuestra gente y del futuro que les aguarda. 


Exilium es una colección de relatos de ciencia ficción que, creo que este pequeño homenaje personal lo deja bien claro, deja con ganas de más. No es que sea breve, hay dos buenos tomos de negro sobre blanco, sino que con buena gana me sentaría con un tercero y cuarto (si alguno de los implicados lee esto y sirve para que se animen, o ya están en proyecto, yo iré a por ellos para que hagan compañía a los dos primeros). Sólo voy a poner una pega, y es que la narración atraviesa tal cantidad de paisajes postapocalípticos, que se echa de menos alguna ilustración de los baldíos, las pesadillas, ruinas y viejos demonios que allí duermen. dicho esto, es una más que sana dosis de ciencia ficción, aventuras, y un personaje que he adorado de principio a fin, pero no os diré quien es.  

La premisa tras todo esto podría recordar a Terminator, pero sin viajes en el tiempo, sin Swarzenegger, y con Skynet y sus amigos alternando masacres y preguntas de metafísica. Imaginad estar por el barrio el día que el gigante de hierro se pincha un USB y se mete un chute de Guillermo de Occam y Tomas de Aquino cortados con Nietzsche, Freud, Platón, Sócrates y un par de temporadas del sálvame para darle algo de chispa al viaje.

Y la verdad es que no quiero hablar de más y reventarle a nadie ninguno de los relatos ni la genial transhistoria que los conecta. Perdón si ha sido confuso,  Como siempre, me despediré dejándonos con la recomendación de que devoréis estos dos librazos, esperando que los disfrutéis tanto como he hecho yo. 

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