Esperanza, pequeña bastarda

 

Qué cosa más extraña es la esperanza en la cabeza de una persona con una ligera tendencia a ese realismo que coquetea peligrosamente con el pesimismo.

Tal vez sea igual de raro en la de un optimista.

Lo dudas.

La esperanza negativa (Espe para los amigos), esa niña que está contenta pero que no quiere saltar de alegría por miedo a pegarse una hostia. Aún así la oyes a veces, ahí, al fondo de tu cabeza, intentando abrirse camino a mordiscos si hace falta.

¡Siente joder! ¡Deja de pensar!

¡No!

¡Déjate llevar!

¡Calla!

¡Wiiiiiiii!

¡Déjame en paz!

¿No eres capaz de alegrarte por...?, te pregunta esa niña estúpida y hambrienta de buenas noticias que tienes encerrada en el sótano de tu ser mientras completa la frase con la ilusión del momento.

Eso todavía no ha pasado.

¿Te alegrarás entonces cuando pase?

Me alegraré pasa.

"Al menos durante un rato", piensas mientras intentas asfixiarla/te con una montaña de cosas que sabes que no van a pasar.

Y lo consigues...durante un rato. Pero Espe siempre acaba encontrando el camino para comerte la oreja y hacerte la caída más dolorosa. 

Pequeña bastarda.

¿No es más fácil esperarse siempre lo peor y alegrarse si no sucede? Así ya estarás preparada para el golpe, intentas razonar con ella.

Puede que sea más fácil pero es más aburrido.

Pones los ojos mentalmente en blanco al oír su respuesta que también es la tuya. Le das la espalda onírica e intentas ocupar tu mente en otra cosa, pero no funciona demasiado bien... Llegados a este punto sabes que necesitas esa hostia que no te querías dar para volver a bajar al mundo real, así que vas en su búsqueda.

Coges el teléfono bajo la radiante y titilante mirada de Espe, esa mirada de gatito de Shrek que tanta rabia te da ver en ella.

Vale, vamos a ello. No lo pienses demasiado, sólo hazlo.

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