El misterio de los pingüinos


Penguien higway o, como se titula aquí, El misterio de los pingüinos, es una película de animación japonesa tierna, inocente y ante todo, bonita. 


Esta película de studio colorado, adaptación de una novela de ciencia ficción de Tomihiko Mimori, sigue la historia de los niños de un pequeño pueblo envuelto en un misterio, aparecen pingüinos, de la nada, sin que haya motivo alguno y sin hacer daño a nadie. ¿Qué significará y que traerán estos graciosos pájaros? 

Un curioso niño, Aoyama, su amigo Uchida, la niña nueva de clase, Hamamoto, y una chica tan misteriosa como los propios pingüinos, se pondrán en marcha con el objetivo descubrir el significado de la repentina aparición de los pingüinos y de otros eventos extraños que empiezan a ocurrir. El camino será de descubrimiento tras descubrimiento, desvelando los misterios que rodean el pueblo y dando a cada uno de estos niños, peculiares y especiales pero no por eso menos queribles, una pequeña leccion vital. 


La historia, en si, habla de descubrimientos, de cambio, de quienes somos, que queremos y como reaccionamos. Usa los eventos sobrenaturales e inexplicables que ocurren alrededor de los niños para contar sin contar, muy al estilo de la ciencia ficción, la reacción de los niños a sus propios cambios y emociones, el descubrimiento de un nuevo mundo, más amplio, que se desplegará delante suyo en una nueva etapa vital. 

Y tras está leve sinopsis sin demasiados spoilers, lo que importa. 

La película fue una grata sorpresa, una inyección de inocencia y fantasía, que se deja ver y disfrutar. No es una película cargada de acción, más bien no tiene ni una escena de ese estilo, pero si que tiene un especie de baile entre la fantasía y el realismo magico que enamora. Da gusto seguir a los niños siendo, pues eso, niños, y perderse al mismo tiempo en el recuerdo de la propia infancia. Así que si queréis volver a un tiempo en el que, si vais un pinipedo en la calle no os sonaba a palabra "pinipedo" y la reacción se acercaba más a... ¡¡Ostia un pingüino!! Y pegarse a la ventana, convirtiendo el una aula en horda fascina, está es vuestra película. 

Por qué, por supuesto, está muy bien ser un adulto responsable y esas cosas. Pero abrazad el espíritu de las películas del grandísimo Hayao Miyazaki (pero sin la misma fantasía) y abrazad tiempos más inocentes y más simples. Acompañadme amigos a perseguir a un pollo con traje de mayordomo. Más allá del parque, y del solar que hay detrás, y más allá incluso, hasta encontrar el secreto de la autopista pingüino.

(Aquí el escritor se ha ido corriendo detrás de un pájaro imaginario y fuera de su ecosistema, así que me despido yo en su nombre. Creo que la película le gustó, y que deberíais verla. Al menos yo voy a hacerlo.)



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