Nos vemos en la otra vida
Ambientada en los trasfondos delincuenciales y de la droga de Avilés, la serie va dando, a medida que describe los hechos ocurridos en 2003 y 2004, pinceladas de la vida pasada y futura de Gabriel Montoya. Se podría pensar que por ser hijo de una familia desestructurada, con un padre drogadicto en la cárcel, su destino estaba ya escrito desde su más tierna infancia, pero siempre hay alternativas, siempre hay otras opciones. A Gabriel la vida le cruzó con José Emilio Suarez Trashorras, alias el "Minero", un esquizofrénico diagnosticado, que dirige a su manera el tráfico de drogas de la ciudad y alrededores. El Minero, apodado así pues terminó prejubilado de la mina por sus problemas mentales, acabará siendo, por casualidades y malas decisiones de la vida, el cerebro de la trama asturiana de los atentados del 11M, proporcionando, a cambio de hachís, las ingentes cantidades de dinamita empleada por los terroristas en Madrid.
Me encantó la actuación de Roberto Rodriguez, encarnando a el Baby durante los hechos. Según parece no había actuado nunca, y fue encontrado de forma casual por la responsable de casting a la salida de una hamburguesería. Su interpretación es una pasada, ese aire triste, a la vez que guasón y chulesco. Ojalá le den otras oportunidades. Tampoco se queda corto Pol López en el papel de Suárez-Trashorras. Transmite a la perfección ese aire de locura, de narco de pacotilla, de tío asqueroso que todo lo consigue improvisando, de desquiciado actuando de forma aleatòria, sin ton ni son, según sople el aire, y que en su locura arrastra a todos los que le rodean.
La serie tiene mucho de cómico, de absurdo, y te ríes, no puedes evitarlo, a la vez que piensas que todo es patético, que qué absurda es la vida. Murieron 192 personas en los atentados, y hubo más de 2000 heridos, y todo podría haberse evitado si estos personajes de pacotilla hubiesen tomado otras decisiones. Pero como dice Gabriel ya de mayor, una vez cumplida su condena: en esa época no pensábamos, éramos otras personas.
Finalmente, como avilesino de adopción, me encantó ir reconociendo sitios de Avilés en la serie: el paseo de la ría, los soportales de la calle Graíño, cerca de la calle de la Cámara, el aparcamiento con vistas a la ría de la sidrería Panorama, en el Alto de la Luz, etc. Y el lenguaje, me dió la sensación que los actores lo habían cuidado con bastante esmero, y reproducían de forma bastante fidedigna, por no decir a la perfección, esa forma tan exquisita que tienen al hablar en esta tierra tan bonita que ye Asturias.
Que buen trabajo hicieron los guionistas y la dirección de esta serie, porque lo que es el libro original... Que mal escrito está!
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