Infinity Pool (2023)

¿Quién no ha estado de vacaciones alguna vez y ha sentido esa sensación de libertad de no tener que seguir las reglas sociales y morales al no sentirnos juzgados por nuestros conocidos? ¿Si tienes dinero, una multa es un castigo real o sólo el precio de incumplir las normas? 

Estas son las preguntas que plantea Infinity Pool (Piscina Infinita en España) y lleva a su máximo exponente en una historia que se convierte en una espiral de autodescubrimiento y cambio que arrastra a sus personajes y al propio espectador a una historia donde la ciencia ficción, la crítica social y el terror psicológico y filosófico se dan de la mano en un éxtasis de violencia, sexo, drogas dentro del marco de la moralidad más gris. Brandon Chronemberg coge el testigo de su padre y nos ofrece esta historia que no puede dejar indiferente a nadie.


Los hechos suceden en torno a las vacaciones del escritor fracasado  James Foster (Alexander Skarsgârd) y a su acaudalada mujer Em (Cleopatra Coleman) en el país ficticio Li Tolqa. Durante su estancia conocerán a otra pareja Gabi (Mia Goth), quien es fan de los libros de James, y Alban (Jalil Lespert) quienes dicen repetir en el resort todos los años y les invitan a hacer una escapada a una cala cercana. Esto desembocará en una serie de acontecimientos que abrirá las fronteras de la moralidad del escritor.

Li Tolqa es un auténtico oxímoron. De cara para afuera, se trata de un auténtico paraíso vacacional con playas perfectas y un resort con todas las comodidades para que los visitantes puedan disfrutar al máximo sus vacaciones con todo el lujo a su disposición. En cambio, de puertas para dentro, sus habitantes parecen ser gente humilde, trabajadora y muy tradicional. Se muestran hoscos ante los turistas, quienes sólo vienen de visita y no respetan su país ni sus costumbres.

Sus leyes reflejan perfectamente esta contradicción. Por un lado, la pena de muerte está a la orden del día, siguiendo el más puro "ojo por ojo". Por otro, debido a que los turistas digamos "no demasiado listos" son su principal fuente de riqueza, éstos gozan de un privilegio especial y es que, siempre que se lo puedan permitir, el estado ofrece la oportunidad de crear un clon con todos sus recuerdos que será ejecutado en su lugar.

Este país ficticio se convierte en el marco perfecto para que el director desarrolle su tesis llevando al extremo el efecto del turismo agresivo, la conciencia de clase entre países y la propia alienación personal que experimentamos al salir de nuestro entorno. Además, el director canadiense tiene el detalle de hacer a caucásicos interpretar a los litolquianos (gentilicio claramente inventado por mí), mostrando una vez más que el racismo y la xenofobia tratan más sobre el tamaño del bolsillo que sobre el color de la piel.

Esta compleja historia se muestra de forma agresiva pero espectacular. La película sigue siempre el punto de vista de su protagonista y es capaz de mostrar sólo con las imágenes la evolución que está experimentando. Al principio, las imagenes son toscas, realistas y sobrias. La violencia se muestra cercana y cruel y las escenas de sexo son burdas e incómodas. Conforme cambia el personaje, lo hace la fotografía y tono de la cinta, convirtiendo la violencia en un festival y el sexo, unido a las drogas, aparecen como un ritual religioso tribal.

Este cambio de visión se nota sobre todo en la coprotagonista, la fantástica Mia Goth, que se ha convertido en una de las reinas actuales del terror. James se siente desde el primer momento atraído por ella y la cámara así lo muestra, acentuando su extraordinaria actuación a través de primeros planos que siguen su contorno, siendo éstos más agresivos conforme crece el deseo y cambia la relación entre ambos.

La película lleva al extremo las dotes de actuación del elenco, pues los cambios que sufren los convierten en personajes totalmente diferentes. Sin embargo, no tengo más que elogios para la interpretación de todos ellos, sobre todo en los momentos más tensos de la trama.

Brandon Cronenberg se asienta como digno heredero de la temática de las películas de su padre ofreciéndonos una nueva historia sobre el cambio de la tecnología en la forma de entender al ser humano como tal. Sin embargo, es capaz de aportar su propia personalidad apartándose de los modos más "macarras" y centrándose en temáticas más cercanas y en una evolución más filosófica y mental que física.

Piscina Infinita se ha convertido en una de mis películas de terror favoritas de este pasado 2023, un terror filosófico que trasciende sus 118 minutos de metraje, capaz de atormentar al espectador en alguna que otra noche de insomnio que decidad darle más de una vuelta a su propia existencia y que además es capaz de reivindicar los efectos del turismo extremo y la moralidad dentro de un sistema en el que el pago de una multa puede librarte todas las consecuencias.

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