The Poughkeepsie Tapes

Hablar de esta película es complicado. No es una cinta que se disfrute, que te haga reír o que transmita un gran mensaje, pero sin duda es una de las que me han dejado una huella duradera en el alma. 

The Poughkeepsie Tapes es un película del 2007, a caballo entre el falso documental y el metraje encontrado. Cómo tantas otras de ese género y época, está dentro del género de terror, pero no trata de asustar empleando grandes alardes de sangre, monstruos, aliens, etc. En este caso tratamos con un asesino en serie. 

La sinopsis de la película, según San Google, reza lo siguiente: "Cientos de videocintas de torturas, asesinatos y desmembramientos muestran el reino de terror de una década de un asesino". Tan simple que no podría serlo más, lo esperable es un hermano, cámara en mano, de las franquicias Hostel o Saw, sangre y vísceras corriendo por el suelo mientras la víctima de turno cuelga de un gancho de carnicero, amordazada con un trapo sucio, abierta en canal, retorciéndose de dolor en sus últimos momentos. Joder, habría sido un momentazo gore difícil de superar y, lo admito, digno de este asesino. Sin embargo la cosa no va por ahí. 

Como siempre, divago, pero es que es realmente complicado explicar de qué va esta película que, recordad, no os estoy recomendando que veáis.

La película emula un documental acerca del asesino, mezclando parte de la colección de cintas VHS que había acumulado a modo de diarios y trofeos, con entrevistas a policía, vecinos y psicólogos. Esta mezcla, unida al hecho de que las cintas recuperadas al asesino no son únicamente "porno snuff" como las llaman en la misma película, sino que están mezcladas con momentos tan psicológicamente sádicos como grabar a la madre de una de las chicas desaparecidas mientras se hace pasar por policía, jugando con su esperanza hasta que la pobre mujer se da cuenta de lo que está pasando. 

No hay, en general, grandes actuaciones, alardes de fotografía o banda sonora. La mayor parte de los 86 minutos que dura son grabaciones de poca calidad o con mala luz, propias de alguien con una cámara casera en los 90, y sin idea de cómo sacarle todo el partido. Los personajes tienen un aire de realidad que dan al conjunto, una credibilidad que estás películas no suelen tener. Olvidaos de los gritos sobreactuados, el pánico desatado y las chicas semidesnudas huyendo de una figura encapuchada, esta película va a otro ritmo, avanzando lentamente hacia un desasosiego muy eficaz. 

Si, aún después de haber leído hasta aquí, queréis ver la película, dejad de leer y volved después. Voy a entrar en el terreno del destripe como si tuviese un cuchillo de filetear.


¿Ya habéis vuelto? O es que no os habéis ido. Da igual. Allá vamos.

Aunque hay multitud de mujeres, en general prostitutas, y algún que otro hombre, que pasan por las manos del asesino, la más importante es Cheryl. A ella no la mata, la doméstica, por así decirlo. El nivel de maltrato que sufre esta joven es excesivo, recibe palizas, mutilaciones, maltrato psicológico, incluso ve como matan a su novio. Esto no es lo peor, Cheryl, durante meses de cautiverio, desarrolla un síndrome de Estocolmo que elimina la mayor parte de su personalidad, llegando a participar en los asesinatos. Finalmente es rescatada, cuando la policía localiza el refugio del asesino, guardada en una caja, enmascarada, inmóvil, como la muñeca en la que se ha convertido. 

Los últimos minutos de la película están dedicados a ella, en una entrevista realizada como colofón del documental. Ya libre del cautiverio físico, pero visiblemente incapaz de escapar de las cadenas que su captor ha soldado en su cerebro. Las cicatrices en su personalidad son tan graves como evidentes, incapaz de decidir por si misma, pregunta a su entrevistador: "¿Que quieres que responda?", cuatro palabras que dicen mucho del estado de esa pobre mujer.

Esos breves minutos de careo con las consecuencias del maltrato y el lavado de cerebro me dejaron unos días comiéndome la cabeza. De alguna forma la película consigue transmitir, en algo tan simple como una chica rubia hablando a cámara, en un sofá limpio y una habitación iluminada, un desasosiego que puede hacerle a uno un nudo en el estómago. 

Cómo ya os dije, no es la película más recomendable para pasar el rato. Es intensa, genialmente ejecutada, y muy potente en su mensaje, claro está, si te gustan el metraje encontrado y los falsos documentales.  Al contrario que la gran cantidad de películas y franquicias de metraje encontrado que vinieron después, The Poughkeepsie Tapes, deja huella en sus espectadores, y por eso se convirtió en una película de culto entre su reducido público. 

Así que os invito, y no, a verla. Es decisión vuestra seguir el camino oscuro por la noche, caminar por donde las farolas iluminan con parpadeos arrítmicos y se oyen extraños ruidos. Cuando veáis los dientes al lobo, no digáis que no os había avisado y, si eso es lo que buscabais, disfrutad el espectáculo.

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