Babosa cerebral

Vino a buscarme, quería decirme lo egoísta que había sido Carlos para con el resto de sus compañeros, para con el resto de nosotros. Buscaba mi apoyo, lo notaba en sus ojos, en sus palabras, en su expresión corporal. Continuó su enérgico discurso en busca de la fibra que me hiciera estremecer de indignación con él. Le tilda de egoísta y de desconsiderado. 

Nada funciona. 

Si él supiera la cantidad de veces que he oído acusar de desleal en mi corta vida a todo aquel que no comulga con tus ideas sabría que estas cosas no van conmigo...

Pero no lo sabe y la perorata sin fin se ve avivada con la llegada de un par de oídos nuevos que abonar con tal cantidad de mierda que se podría plantar un rosal de mentiras y autoengaños mal disimulados en él. El nuevo par de oídos le proporciona material nuevo, un nuevo chute, cálido y suave como una manta. La manta con la que te taparás cuando te quedes solo en la oscuridad de tu despacho, la manta que sacará el trabajo adelante cuando te veas hasta el cuello de cosas que hacer, la manta que siempre intentará dar lo mejor de sí con una sonrisa pese a las circunstancias personales. 

Indignante.

"Es que la cosa está muy mal, la gente no quiere trabajar. Con tanta ayuda y tanta polla, tienen suficiente y no quieren dar palo al agua."

Lo siento mucho, no pude evitarlo. Me reí. Ambos me miraron extrañados, pero no dijeron nada.

¿Y sabéis qué pensé mientras todo esto pasaba a mi alrededor? Que conocía a gente que en mi situación hubiera estado de acuerdo con ellos, que se indignaría por este egoísmo, por esta falta de compañerismo, por estas injusticias y falta de lealtad. Se les llenaría la boca de palabras grandilocuentes y espumarajos, creyendo que el que grita más alto tiene razón. Pero no es así. El que más grita sólo es el que más alto habla.

Y empecé a preguntarme... ¿Cuánto tiempo hace falta para convertirse en uno de ellos? ¿Para que esa babosa cerebral te haga olvidarte de quién eres y lo que eres y empieces a promulgar sus decretos como la nueva y definitiva religión que nos salvara a todos? Llevo dos años conviviendo entre vainas replicantes y todavía no he notado ningún cambio en mi identidad. Pero, ¿y el año que viene? ¿Seguiré siendo yo? ¿Hay un límite en el número de gilipolleces que uno puede escuchar hasta acabar creyéndoselas? ¿La gente siente algo cuando venden pedacitos de su alma? ¿Duelen esos injertos? Cachito a cachito van sustituyendo sus ideas e identidad por las del líder supremo y a cambio de qué. Supongo que sentirse parte de una comunidad, aunque endogámica y sectaria, les proporciona más placer que el que podrían sentir siendo ellos mismos. No lo sé y espero no llegar a saberlo nunca.

Hay cosas que es mejor no llegar a entender.

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