La casa

 La casa es una película original de Netflix hecha en stop-motion en la que se cuentan tres historias independientes con el único nexo en común de la casa en la que se desarrollan los acontecimientos. Cada una de estas historias podría considerarse como un pequeño corto de una media hora o como un capítulo dentro de la vida de la casa. La ambientación abarca distintas épocas, con distintos personajes y estilos artísticos. 

La primera historia nos traslada a una familia humilde del siglo XIX compuesta por un matrimonio, su hija Mabel y su recién nacida, Isobel. Un día, el padre de familia conoce a un misterioso benefactor que le propone un trato con el que recuperar el antiguo esplendor familiar: a cambio de poder derribar la antigua casa se les construirá una lujosa mansión en la que vivirán completamente gratis siendo los dueños legítimos tanto de la vivienda como de los terrenos circundantes. Tras consultarlo con su esposa, deciden aceptar tan extravagante propuesta y se mudan, con sus escasas posesiones familiares, a su nuevo hogar. No pasa mucho tiempo hasta que la pequeña Mabel puede comprobar que aquella no es una casa normal y corriente, y es que extraños sucesos van haciendo mella en su, hasta entonces, apacible vida.


La segunda historia está ambientada en el presente. En ella vemos a un endeudado promotor inmobiliario reformar personalmente una antigua casa para tratar de venderla en una especie de fiesta de presentación. Se trata de una mansión lujosa, hecha a la medida para una familia de clase acomodada, o esa es la idea que vende nuestro promotor. Tras superar relativamente un montón de dificultades llega la esperada y temida inauguración de la casa, donde las cosas se van torciendo sin remedio a una velocidad vertiginosa. Sin embargo, una extraña y enigmática pareja está extremadamente interesada en adquirir la vivienda.

Por último, la tercera historia nos lleva de la mano a un futuro post-apocalíptico en el que la Tierra ha sido tomada por el mar y tan sólo quedan pequeños reductos de tierra aquí y allá esperando a ser tragados por el océano. Con este telón de fondo nos encontramos con Rosa, una joven empresaria que trata de restaurar la casa y alquilar sus habitaciones a futuros huéspedes. Sin embargo sus inquilinos actuales sólo le pagan con cristales para equilibrar la energía y peces que pescan del inmenso mar que les rodea, lo cual no le es de mucha utilidad para llevar a cabo todas las reformas que tiene en mente. Todo se precipita cuando Cosmos, el compañero espiritual de una de las inquilinas, viene de visita.


Las tres historias son inquietantes, perturbadoras, aterradoras a su manera, con un mensaje más claro en unas que en otras que, de todos modos, no es necesario pillar para disfrutar de la película. En definitiva, me ha gustado la película y si tenéis un ratín libre en el que os sintáis demasiado tranquilos con vuestras vidas, podéis echarle un ojo a la casa, recorrer sus habitaciones y descubrir qué misterios se esconden tras las puertas.





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