Perfectamente normal

Esta mañana la vi de nuevo. Me preparé para aparcar y, al mirar por el retrovisor, ahí estaba. Di un frenazo, deteniendo de golpe el coche, y miré compulsivamente por todos los retrovisores en busca de la figura. Incluso llegué a bajarme y dar una vuelta al viejo Ford. No había nadie.

No es que sea algo nuevo, lleva años, digamos, acompañándome. Lleva o llevan, es un él, ella, ellos, ellas, no lo sé. No es que sean unas visitas muy efusivas, lo que si sé es que son inoportunas.

Generalmente aparecen por la espalda, saludando con la ayuda de un espejo. Ayer mismo, por la noche, apareció una de estas sombras mientras me cepillaba los dientes. Había dejado la puerta del pasillo abierta y, simplemente, pasó por allí. Por supuesto, cuando miré en el pasillo no había nadie, ni falta que hacía estando solo en casa.

Hace unas semanas decidieron aparecérseme por la calle. Al mirar un escaparate me vi reflejado y ahí estaba, detrás mío, mirando su propio reflejo por encima de mi hombro. No hace falta decir que me giré, asustado al ver...la, lo... no sé, tan cerca. El día anterior a ese fue en uno de esos espejos que hay en las callejas con mala visibilidad. Simplemente caminé por al lado y, en el rabillo del ojo, apareció su reflejo. 


Cualquiera pensaría que, a estas alturas, me he acostumbrado a su presencia, y es verdad. No me preocupan lo más mínimo, siempre y cuando estén a una distancia prudencial. Pero siempre queda esa sensación, un picor en la nuca, justo ahí donde empieza el pelo, algo que dice, están ahí, vigilándote, siguiéndote. Muchos, si contase esto, pensarían que estoy simplemente, algo loco. Nada grave, se han ido apilando capas de ansiedad, estrés, hastío y monotonía, hasta reventar y generar esta vía de escape. Podrían tener razón, podría ser sólo la forma que ha encontrado tu cabeza de decir, hasta aquí, pero no tendría sentido. El trabajo va bien, la tensión está en sus números, duermo las ocho horas de rigor y no tomo drogas. ¿Qué sentido tiene que vea, día sí, día no, día también, algo que no está ahí?

Sólo hay una respuesta, no estoy loco, simplemente veo cosas, que sí que están. Y necesito contarlo, sólo para sacarlo de mi sistema, al menos un poco, sin que me miren con cara de "un poco de camisa de fuerza no te iría mal". Y ahí está el calendario, 29 de octubre, casi Halloween, casi Todos los Santos. ¿Qué mejor momento para contar una historia de fantasmas sin llamar la atención? 

Puede que  alguien lea esto y piense, "te entiendo, yo tampoco llego a sentirme totalmente solo". Para todos los demás, no os preocupéis, esto es solo un cuento y mi vida es perfectamente normal.

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