El ciclo de la luna roja

Una noche como la de hoy. Una noche especial, marcada en el calendario desde hace tantos y tanos años... la noche de Samhein. Puede que no conozcáis la fecha por un nombre tan viejo y gastado, así que probad a ubicarla en el calendario buscando Halloween, o la noche de difuntos. 


Esta noche ha tenido tantos nombres, tantas fiestas en torno a la cosecha y la muerte, que es raro que sea casualidad. Según José Antonio Cotrina, no lo es, y en su trilogía "El Ciclo de la Luna Roja" cuenta el porqué. Os contaré como empieza, solo por ir calentando, y luego ya veremos a donde nos llevan las letras, las historias, y la noche que me acompaña hoy como musa más que apropiada.

Todo empieza con un chico normal, con una hermana normal, en una noche de Halloween de lo más normal. Nada puede salir mal, habrá chuches, tendrá que cargar con su hermanita pequeña hasta casa cuando esta quede agotada y... ya. Llega a casa, su madre le chista por haber traído antes a su hermana y castigado a la cama. Se acabó el cuento. Una pena, diríamos, una historia breve y normal, que deja de serlo por obra y magia de Denéstor Tul, gran demiurgo de la ciudad de Rocavarancolia, el hogar de los sueños y las pesadillas, donde la magia es el día a día y las maravillas campan a sus anchas, y su eficaz ejercito de pájaros de trapo. 

Al amparo de la oscuridad un ejercito de estas curiosas alimañas voladoras, hechas de trapos y alambre, con ojos de botón, han saltado a través de un agujero entre mundos, de punta a punta del cosmos, si no más allá, para buscar y encontrar la cosecha de Samhein. Niños en cada esquina del mundo reciben la visita del demiurgo y una invitación singular, unirse a el, volar hasta la ciudad de los milagros y vivir allí mil aventuras. Como puede un niño negarse a esta oferta, aprender magia, ver brujas y dragones, vivir los cuentos que antes solo hacían soñar, ser un héroe o una heroína más allá de los límites de la imaginación. 

La realidad a la que se despiertan es muy distinta, han sido transportados a un mundo de sombras y pesadillas, en la que la magia es cruel y las maravillas están plagadas de trampas. Allí deberán sobrevivir sin ayuda, en la ciudad de Rocavarancolía, plagada de monstruos, hechizos trampa que vigilan puertas tras las que ya no vive nadie, bestias y por supuesto, el mismo destino delante, acechando con sus fauces bien abiertas. ¿Qué no podría salir mal? Pues esperad, esperad y sobrevivid niños, hasta que llegue la luna roja y descubra el autentico Yo de cada uno de vosotros.


Creo que ya os he contado suficiente del libro, ahora voy con el por qué me ha gustado.

Aunque la premisa puede parecer ya trillada (los juegos del hambre, divergente, el corredor del laberinto, etc) pero en un ambiente de fantasía, es un espejismo. En el ciclo de la luna roja tanto los niños como el resto de habitantes de la ciudad de Rocavarancolia, e incluso la propia ciudad, comparten el protagonismo a partes iguales. Sorprende el cuidado con el que se han elaborado los personajes y las tramas, dando a cada uno de los "cosechados", que es como llaman a los niños, así como a los magos, fantasmas y espantos que habitan la ciudad, una personalidad independiente y definida, un trasfondo y unos motivos más que suficientes para considerarlos personajes completos de estas novelas.

Todo termina de quedar redondo con una trama a la altura de cada uno de los personajes y una ambientación que no se queda nada atrás. Todos tendrán su gran momento, su condena o redención, en un mundo plagado de criaturas de pesadilla para todos los gustos. A quien, como a mí, le gusten los alardes de imaginación bien ejecutados, encontrará aquí un buffet libre de monstruos y engendros que nunca se imaginó antes. 

En resumen y como declaración final. El ciclo de la luna roja es una golosina para el alma curiosa. Un delicioso dulce de Halloween, un caramelo con forma de castillo gótico entre la niebla, envuelto con el sonido de pasos extraños en callejones oscuros, aullidos en la noche y la tormenta entre los riscos. todo ello con el regusto delicioso e indescriptible, rojo sangre, metálico y tentador, de la luna en el cielo.






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