Paramorfo

Paramorfo.

Primero lo primero, aviso a navegantes. 

No es para todos los gustos. Si sufre usted de miedo a los bichos de cualquier clase, es de estas personas a las que las serpientes, gusanos, pulpos y demás entes alargados, viscosos y retorcidos no les produce más que repulsión, y nunca pudiste con La Cosa de Carpenter, pase a la siguiente reseña.

Lo siento mucho, este libro no es para ustedes, pero les animo a que disfruten el resto de nuestro surtido menú de maravillas y fantasías. Si, por el contrario, miras entre los dedos, con morbosa curiosidad a estas formas extrañas, sean tentaculadas o articuladas, peludas o gelatinosas, Paramorfo es para ti.

Para contar algo de esta historia, sin destriparla completamente (dejaré las tripas para los tentáculos, se les da mejor) voy introducir el contexto en el que se desarrolla esta novela que tan genialmente ha escrito Víctor Conde.

Todo ocurre en un Madrid prácticamente igual al nuestro, hace o dentro de un par de años, en el que la única diferencia reseñable es la empresa Medytek y su técnica revolucionaria para conseguir trasplantes compatibles. Hurgando en las mejores pesadillas geogénicas del Doctor Moureau, el genio de Meditek, el doctor Adolfo  Suárez (sí) descubrió la forma de modificar tal o cual criatura para reemplazar el órgano que haga falta.

¿Qué podría salir mal?

Un poco de ciencia médica para explicarlo. Un trasplante está vivo, como cualquier otra parte del cuerpo, conectado a las cañerías y cableados, alimentado por la sangre, espoleado por los nervios y acunado por el sistema linfático, lo habitual. ¿Y si el trasplante de... digamos... cuerdas vocales, no son unas cuerdas vocales sino un animal, a ser posible con suficientes patas largas y su ADN hábilmente esculpido para quedar lobotomizado y esclavizado en su nuevo hogar? Por supuesto también es un ser vivo, cosido en su sitio, alimentándose de su nuevo dueño y, esperemos, feliz en su sitio. 

Creo que me seguís.

Por supuesto, los chicos de Medytek son gente espabilada y no venden "garrapata mutante hipertrofiada para sustituir su riñón". Todo es mucho más cuqui y el organismo tiene un nombre muy largo en latín y una foto relativamente reconocible de color azul, con pelo suave y ojos de gatito no, porque sería demasiado. Así que la gente se pasea por la calle convertidos en felices expedientes X, siempre y cuando todo funcione bien, los puntos se queden en su sitio y nadie decida estirar una pata que, se supone, no se mueve.

Como dijo Maira Gómez Kemp, "Hasta aquí puedo leer".

A partir de este punto es cosa tuya buscar esta genialidad pesadillesca de carne mutada y articulaciones de más (o menos) donde no deberían estar.

Comentarios

Entradas populares