Mare of Easttown

 

Cuando vi esta serie por primera vez hace unos meses me dejó un muy buen sabor de boca, pero no sabía decir muy bien porqué. Me gustó mucho la trama, o mejor dicho las múltiples tramas de la historia. Me atrapó su atmósfera sombría y la oscuridad pueblerina y acabada de todos sus personajes. Pero cuando trataba de concretar y encontrar la clave de ese buen sabor de boca, no sabía decir cual era el punto fuerte, aquello que marca y la hace estar por encima de las demás series, aquellas que ves y olvidas al momento. Así que decidí volver a verla para poder escribir este post con fundamento e intentar hacerle justicia. Sé que muchas veces eso es un error, que volver a ver una película o leer un libro que te gustó mucho en el pasado suele decepcionar en esas segundas oportunidades, y es que muchas veces el agrado o desagrado de algo va íntimamente ligado a nuestro estado de ánimo y, afortunada o desafortunádamente, nosotros cambiamos, vamos evolucionando, y con ello nuestros gustos. Pero aún así, le di esa segunda oportunidad, y la verdad es que no me decepcionó. Es más, diría descubrí detalles en los que quizá no había caído esa primera vez.

Pues ahí vamos. Mere of Easttown es una serie policíaca con altas dosis de drama. Espera, no, quizá podríamos decir mejor que es un drama con una trama policíaca de por medio. Bueno quizá no, quizá es un serie costumbrista, centrada en la vida de pueblo en los Estados Unidos, con altas dosis de drama y policías de por medio. No lo sabría decir bien, y en realidad tanto da como la definamos, eso es casi lo de menos. El caso es que Mare, la protagonista de esta historia, es una detective de un pequeño pueblo de Pennsylvania, llamado Easttown. Su vida personal es un desastre, marcada por un pasado que vamos descubriendo poco a poco, capítulo tras capítulo, como un trasfondo de dolor que todo lo impregna, bañándolo todo de ausencias y melancolía. Mere vive condicionada por ese dolor no resuelto y su vida se sostiene a duras penas gracias a su familia y amigos. Sí, la amistad es algo importante en esta historia, las relaciones de Mere con sus amigos y familia más cercana es, en algunos aspectos, una oda a la amistad.

El caso es que en el pueblo se produjo la desaparición de un chica hace cosa de un año, un secuestro sin resolver, y todos, aunque nadie lo admite, dan a la chica por muerta. Todos menos la madre de la joven que hace presión para que se siga investigando. Este caso tiene a Mere contra las cuerdas pues los medios y parte de la población la tildan a ella, y a la policía en general, de incompetentes. Con todo esto de trasfondo, se produce el asesinato de un adolescente, y posteriormente la desaparición de otra chica. En el transcurso de la investigación las historias se entremezclan, los personajes van evolucionando, y vamos descubriendo facetas nuevas de todos ellos. Esta serie es muy rica en esto, contiene múltiples capas, como una cebolla que vamos pelando poco a poco a medida que vamos profundizando.

Lo que más me sorprendió en este segundo visionado, y de lo que creo no me di cuenta la primera vez, es que hay dos capítulos, sólo dos de los siete que tiene esta miniserie, que terminan dejándote clavado en el sofá. En ellos la trama se ven reforzada por la música exquisita que se extiende por los créditos hasta el final, y con la que no pude evitar tirar atrás unos segundos y poner el teléfono en modo escucha para averiguar de qué se trataba: Big Thief -Two Hands y Lubomyr Melnyk - Pockets of Light. Lo que me tiene intrigado es por qué ese detalle sólo en esos dos capítulos. El final del último es brutal y no le recuerdo una música acorde. Quizá tenga que verla una tercera vez. Lubomyr Melnyk suena con su piano continuo mientras escribo estas líneas, y me temo que ha venido para quedarse.

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