El Señor de los Anillos y mi particular efecto "ou mama"

No existen palabras en el idioma de los hombres, los elfos o los enanos capaces de expresar lo que yo siento por esta película. 

Hace ahora 20 años mis padres nos llevaron a mi hermana y a mi a ver El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo. Estaban emocionadísimos con la idea de hacernos ver esa película en la gran pantalla, sin embargo nosotras no sentíamos la misma emoción. Durante años nos habían puesto la película de "dibujos animados" de 1974 de, nada más y nada menos que, dos horas y cuarto de duración. Mis recuerdos neblinosos e infantiles me decían que era una película larga, cansina y tremendamente aburrida. Lo que se va conociendo en el lenguaje común como un petardo. Pero con 12 años poca toma de decisión tienes sobre qué película ver, así que allí estábamos, en un cine lleno de gente  tan ilusionada como mis padres. 

Se apagaron las luces, reinó el silencio... Y empezó la magia, tres horas de pura, fantástica e increíble magia. Nunca me alegre tantísimo de estar equivocada, agradezco a mis padres que me hayan llevado a ver semejante obra maestra. Ya estaba enganchada cuando, de repente, apareció Boromir entrando en Rivendel a caballo en cámara lenta y... ¡Oh dios mio! Me arrodillé mentalmente y juré pleitesía y fidelidad eterna a El Señor de los Anillos.

Y es que para mi Boromir es el mejor personaje de toda la trilogía. Tiene más complejidad y profundidad en su dedo meñique que el necio de Frodo en toda su gloria. Eso por no hablar de lo tremendo que está... ¿Que lo que yo tengo es una enfermedad diagnosticable? Bueno, ya, qué me vais a decir que yo no sepa. Pero si es necesario puedo defenderme brevemente ante un juez:

  • Es el único miembro de la compañía que sabe dónde se está metiendo antes de hacerlo. 
  • Lleva toda su vida luchando contra las fuerzas de Sauron y viendo cómo su pueblo va muriendo poco a poco intentando mantener la posición. 
  • Su padre le encarga hacerse con el Anillo y llevarlo a Gondor, cierto. Y eso está mal, muy cierto. Pero a Boromir le parece un grave error desde el principio intentar usar el Anillo pues sabe de su poder y sólo "accede" a ir a Rivendel cuando su hermano Faramir se ofrece en su lugar ya que intuye que la misión que le encomienda su padre puede que le cueste la vida, como así es.
  • El Anillo sabe de sus debilidades, miedos y dudas, cosa que usa en su contra y este acaba sucumbiendo a la tentación. Sin embargo, en cuanto vuelve a ser él mismo se arrepiente de ello y da su vida intentado enmendar su error de una de las maneras más épicas que se hayan visto en el cine (o que haya visto yo en el cine).
  • Las escenas más emotivas de confesión sincera y de recuperación de la fe en algo largo tiempo perdido son, sin lugar a dudas, suyas. Esos momentos a solas con Aragorn en lo que se sincera sin tapujos y habla no sólo del estado real de Gondor sino de sus miedo y dudas sobre...bueno, sobre cómo salir de la mierda en la que están metidos, son brutales. ¡Simplemente brutales! Vas viendo poco a poco cómo la fachada de Boromir con la que se presenta al Concilio se va desmoronando, cómo el encargo de su padre y el estado crítico de su pueblo le pesa sobre los hombros, cómo se veía solo para intentar arreglar la situación de Gondor pero cómo empieza a ver una nueva opción, alguien en quién creer, alguien al que merece la pena seguir hasta el final.
  • Podría seguir y lo sabéis bien, pero quiero que sigáis leyendo así que tendré que parar en algún momento con tanto Boromir. Una cosina más y ya cierro su apartado: tiene la muerte más épica de toda la trilogía (sólo comparable a la de Thorin Escudo de Roble) y es que nadie muere con tanto estilo como Sean Bean. Eso no me lo podréis negar.

Lo que quiero decir con todo esto es que sí, no me queda más remedio que admitir que El Señor de los Anillos es/son mi película favorita. Los niveles de epicidad que alcanza no se han vuelto a igualar y, viendo que pasan los años y nada pasa, puede que no se lleguen a igualar nunca. Y es que los años, como diría Gandalf, no han hecho mella en El Señor de los Anillos y esos efectos especiales a base, en su mayoría, de horas y horas de maquillaje y maquetas son brutales. Se trata, bajo mi punto de vista, de un maquillaje que le da realismo, credibilidad, autenticidad a los personajes. Ves a un orco encorvado de orejas puntiagudas o a un Uruk-hai grande y terrible y de verdad estás viendo a un orco y a un Uruk-hai. ¡Míralos! ¡Son reales! ¡Cómo no lo van a ser con esas caras!

Eso por no hablar de la música que te lleva de la mano en todo momento, enardeciendo los sentimientos en cada plano.


He hablado de Boromir (y tranquilos, no voy a volver) pero no se quedan atrás la carga de los rohirrim en Gondor, la ayuda proporcionada por los elfos galadhrim en el Abismo de Helm, el discurso de Aragorn ante las puertas de Mordor y mil momentos más. Pese a no ser mi favorita, he de admitir que los monólogos que tiene Grima Lengua de Serpiente en Las dos torres no tienen igual. En El Hobbit hay un personaje que nos quiere recordar a Grima. Se trata, como bien sabéis, del consejero del Gobernador humano. Sin embargo carece por completo de la elegancia sibilina que destila Grima en cada una de sus escamas.


Podríamos ponernos a hablar ahora del gran acierto del elenco o de los posibles significados e influencias filosóficas, religiosas, mitológicas y sociológicas que llevaron a J. R. R. Tolkien a crear este mundo fantástico o de la fidelidad de las películas a libros originales o de las implicaciones que ha tenido en las obras de género fantástico posteriores pero hoy no es ese día. En este día quiero terminar esta publicación diciendo una cosa que llevo veinte años callándome:

Me alegro de que Tom Bombadil no haya aparecido en las películas.



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