The Empty Man y la evolución de la leyenda urbana


   Un amigo me contó que había oído una historia. En una noche de luna llena, tenías que coger unas tijeras y acercarte al espejo del baño. A las doce en punto, mientras suenan las campanadas, si pronuncias el nombre de la hija de Satanás tres veces mientras cierras las tijeras, “Verónica, Verónica, Verónica”, ésta aparecerá en el espejo y se llevará tu alma al Infierno.

    
Ésta es una de las muchas leyendas urbanas que han recorrido la sabiduría popular. La versión anglosajona, Bloody Mary; la chica de la curva, Candyman o el reciente Slenderman; son todos ejemplos de un tipo de terror que el boca a boca, más aún impulsado por la red de redes, se suman a un conjunto de historias que cuentan conocidos de amigos, que surgen de la nada, pero que no por ello dejan de transmitir algún que otro escalofrío, sobre todo bajo el público adolescente.

    No es la primera vez que el cine de terror recoge alguna de estas historias como las múltimples adaptaciones de Candyman o la terrible adaptación de Slenderman; al fin y al cabo, es muy interesante una historia de este tipo en la que algo extraño ocurre, luego conocemos la leyenda, se descubre el origen y todo se soluciona. O quizás no.

    De hecho, películas como It Follows (David Robert Mitchell, 2014) o Babadook (Jennifer Kent, 2014), sin embargo, deciden dar una vuelta de tuerca a esta estructura en cuanto a la solución. El origen de la historia es demasiado grande, demasiado terrorífico y los protagonistas no pueden derrotarlo y, a lo sumo, deben aprender a vivir con ello.

Dicho esto, hablemos de The Empty Man (David Prior, 2020). A priori, parecería que ésta es otra historia sobre otra leyenda urbana. Un conocido de mi primo me dijo que, si cruzas un puente de noche y haces sonar una botella pensando en el hombre vacío, éste acudirá. La primera noche lo escucharás, la segunda noche lo verás y la tercera, lo sentirás.

Es entonces cuando podrías esperar una serie de escenas con sustos baratos en las que cosas que no deberían moverse lo hacen, cuando el protagonista se va volviendo más paranoico y donde un bicho feo te hace saltar de tu asiento. Pero el hombre vacío no es un bicho feo, el hombre vacío transmite, nosotros recibimos.


Con unos planos que desorientan en el tiempo y el espacio y unos personajes que bailan entre película de sábado tarde en Antena 3 y  David Lynch, la cinta te lleva a un lugar más profundo, uno que no esperas, siendo capaz de atravesar la pantalla y atraparte. Él transmite, nosotros recibimos.

Esta historia se abre y evoluciona de un terror simple de fantasmas a terror cósmico y filosófico, un terror que te acecha una vez has terminado la película y te persigue, causándote ese picor en el cerebro, haciéndote cuestionarte lo poco que sabes y lo frágil que es lo real.

Él transmite, nosotros recibimos.

Comentarios

  1. Me has dejado con ganas de recibir lo que el hombre vacío quiera transmitirme 👏

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  2. Estaba pensando en vérmela, ahora estoy convencido :D

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