Lovecraft, los videojuegos y Song of Horror

Solo, a oscuras, la melodía vuelve a acosarme. Los ecos de aquellas notas malditas llegan directamente a mi cabeza sin pasar por mis oídos. Mi pulso se acelera y un sudor frío me recorre la nuca, pues con la canción viene la Presencia. Detrás de cada puerta, en las sombras, en las grietas de las paredes... la Presencia aguarda paciente, implacable. La melodía se transforma en un coro de alaridos escalofriantes... La Presencia no me busca porque sabe que, tarde o temprano, seré yo quien desesperado me abalance a sus brazos. "No me gusta la luz pero me gusta la canción".

 

Song of Horror no es el primer título que intenta traer el terror cósmico de H. P. Lovecraft al videojuego, ni será el único; hay una larga historia de juegos que lo han intentando con mejor o peor resultado. Y es que los relatos del escritor de Providence son capaces de arrancarte de tu seguridad y arrastrarte a su mundo, un mundo de seres antiguos, seres grandes y poderosos. La existencia humana a la que tanta importancia le damos queda reducida a un parpadeo ante tal acontecimiento, de ahí que sus protagonistas acaben muertos, locos o con destinos aún peores.

 

Y ese es el problema. En un juego debe haber un objetivo y, cuando lo cumples, ganas. Pero no con Lovecraft. En sus relatos nadie gana y todos pierden. En el momento en que puedes derribar a Cthulhu con un bazooka, la importancia, la presencia y el significado del Gran Sacerdote de los Antiguos se pierde entre los sonidos de la pólvora y la sensación de poder tras haber derribado tal criatura.

Call of Cthulhu - Dark Corners of the Earth

 

En Call of Cthulhu: Dark corners of the Earth (2005) (videojuego que adapta La sombra sobre Innsmouth) el jefe final es Dagon y, aunque el conflicto se resuelve de forma narrativa, no deja de haber una pelea antes a golpe de pólvora. The Sinking City, re-interpretó de nuevo Innsmouth llenándolo de pequeñas historias que hacen referencia a otras historias del imaginario de Lovecraft y dándole un toque más detectivesco pero, al final, es la pólvora la que manda. Por último, me gustaría hacer mención a Call os Cthulhu (2018) que intenta emular el juego de rol del mismo nombre y decide ofrecer una experiencia más narrativa pero que, al final, se reduce a ir sobreviviendo mientras resuelves el puzzle de turno. ¿Qué importa si mueres? Al fin y al cabo, siempre puedes ir al punto guardado anterior, ¿verdad? 

 

Y es aquí donde llega Song of Horror, un juego desarrollado por Protocol Games (un  pequeño estudio español) distribuido en 5 capítulos que son capaces de arrancar al jugador de su mundana realidad y arrastrarla a aquella otra en la que no puede ganar, nunca tuvo oportunidad; donde es pequeño y las sombras alargadas; donde la canción y la Presencia son las que marcan el ritmo.

A través de una historia de investigación, en cada capítulo disponemos de varios personajes que reaccionan de forma diferente y tienen diferentes capacidades y estos personajes pueden morir, morir de verdad. No puedes cargar la partida, no volverán el resto de capítulos y sólo dejan tras de sí sus pertenencias para que otra alma desgraciada continúe sus malditos pasos.

 

La Presencia se encargará de no poder relajarnos, pues está programada como una inteligencia artificial que acosa al jugador, haciéndolo sospechar de abrir puertas, entrar en lugares oscuros, coger objetos, siempre temiendo respirar demasiado fuerte o ser arrastrado a las sombras por millares de brazos condenados. No ser suficiente precavido puede ser mortal.

Todo esto, mientras resolvemos misterios de esa antigua caja de música que parece traer las pesadillas allá donde suena la melodía, resolviendo puzzles ingeniosos a la par que terroríficos para poder sobrevivir y conocer la verdad, siempre y cuando queden personajes vivos.

Song of Horror coge el testido de Alone in the Dark (1992) y sabe romper muy bien ese muro de incredulidad que supone mirar a la pantalla y atrapar al jugador entre sus sombras, junto a la melodía, junto a la Presencia. Al fin y al cabo, "no le gusta la luz pero le gusta la canción".

  

A veces es mejor no leer ciertas cosas en Alone in the Dark