La regenta


Puede que al pensar en una novela del siglo XIX esperéis vestidos pomposos, largas charlas banales en saloncitos rococó y caballeros elegantes con sombreros de copa, monóculo y bastón y, en definitiva, coquetería mojigata y ñoña. No puedo culparos si así es pues yo esperaba lo mismo pero me alegra poder decir con rotundidad, que nada más lejos de la realidad.

Si tuviera que definir La regenta en pocas palabras diría que es una obra maestra, una crítica mordaz y despiadada hacia...todo en general. Critica la mojigatería, crítica a todos aquellos beatos y beatas que realmente practican la fe católica creyendo en lo que predica pero no con menos ahínco  crítica a los libertinos hipócritas que dominan Vetusta y que fingen creer en Dios de cara a la galería. 

Sorprende lo actual que es la forma de pensar y de actuar de las gentes de esta ciudad ficticia de Vetusta que todo el mundo sabe que es Oviedo. Ciento treinta y cinco años han pasado desde su primer publicación y mucho me temo que no hemos avanzado ni un día en la forma de pensar, es más, me atrevo a decir que en todo caso hemos retrocedido... 

Los personajes de La regenta son tremendamente complejos, llenos de capas y matices. No existen, como en otras novelas, los personajes enteramente buenos ni enteramente malos. Son realistas, vulnerables y llenos de defectos como cualquier persona de a pie. Puede que por eso te enganche desde la primera hojas hasta las prácticamente mil páginas que tiene. Por eso, por ese salseo adictivo que destila cada palabra y por la exquisita malevolencia con el que está escrito el hilo de pensamiento de cada uno de los personajes. Por ejemplo:

<<¡Qué ocurrencias, qué fina malicia, qué perspicacia! ¡Oh, el ingenio vetustense!>>.

Es una novela fresca, adictiva e impredecible y me ha prestado por la vida llegar al final sin intuir cómo iba a acabar, hacia años que no me pasaba. No puedo decir mucho más sin destripar la historia así que sólo añadiré, sin entrar en detalles, que mi personaje favorito es el sexy mozalbete cántabro, el señor magistral Don Fermín De Pas. 
 

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