The Wire


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No one wins. One side just loses more slowly
Roland "Prez" Pryzbylewsky

They can chew you up, but then they gotta spit you out
Jimmy McNulty


Llevaba tiempo con The Wire en el cajón de las series pendientes. A pesar de las numerosas recomendaciones y de sus altísimas puntuaciones en FA y IMBD, ninguna de las dos veces que me había puesto con ella había conseguido pasar del cuarto capítulo. Demasiado dispersa, un poco lenta, exigente para el espectador recién llegado. O puede que simplemente, como ocurre con las grandes películas, haya que esperar al momento adecuado para poder apreciarlas. No se puede negar que esos cuatro o cinco primeros capítulos requieren un poco de esfuerzo, pero son necesarios para presentar tramas y personajes y, a partir de ahí la serie te atrapa y ya no te suelta.

Baltimore, Maryland. A una hora en coche de Washington, la opulenta capital de los Estados Unidos, se alza una ciudad en la que un cuarto de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, la tasa de criminalidad por habitante es la más elevada del país y cada año hay, de media, 400 asesinatos. Uno de cada dos no se resuelve nunca. Éstos son los datos reales a día de hoy y éste es el trasfondo en el que se desarrolla The Wire, que destaca precisamente por cómo representa esa realidad de las calles de Baltimore de manera descarnada y sin artificios, no en vano, su creador, David Simon, fue reportero de sucesos del periódico Baltimore Sun durante varios años.

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El género negro-criminal es siempre un buen modo de analizar una sociedad, puesto que pone en el foco todo aquello que se pretende ocultar: la marginalidad, la desigualdad, el racismo, la corrupción; en definitiva, el reverso oscuro del “sueño americano”. El punto común de las cinco temporadas de The Wire es el protagonismo del departamento de policía, pero retratado también con sus luces y sus sombras, lleno de personajes corruptos, interesados o directamente incompetentes, pero también con agentes justos e idealistas, realmente interesados en cambiar las cosas. El mismo protagonismo que los policías tienen los criminales, que también se describen de forma compleja y sin recurrir a estereotipos. Un punto fuerte de la serie es su coralidad y la gran cantidad de personajes permite retratar de manera modélica los mecanismos y ramificaciones del narcotráfico y cómo afecta a todos los ciudadanos desde múltiples perspectivas, no sólo la de policías y narcotraficantes, sino también las de adictos, habitantes de los barrios deprimidos, o jóvenes que dejan la escuela atraídos por el dinero fácil de la droga.

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La principal virtud The Wire es su realismo y su visión desesperanzada del mundo. Debéis aprender que clavo que sobresale recibe un martillazo, parece decirnos. En el departamento de policía los que demuestran lealtad ciega incluso a las órdenes más absurdas tienen sus recompensas y los agentes con sentido común y ganas de trabajar suelen acabar relegados. La gente de las bandas con conciencia, que muestra dudas o arrepentimiento, que se plantea si las cosas pueden ser otro modo, tienen pocas posibilidades de sobrevivir en las calles. Particularmente sangrante es el retrato de las élites de la ciudad, las cúpulas policiales y políticas, que solo piensas en sus propios intereses, extender sus mandatos, maquillar un poco las estadísticas para presentarse como salvadores. Más allá de eso, carecen de intención real solucionar los numerosos problemas de la ciudad salvo honrosas excepciones que serán siempre cuestionadas y criticadas, si no directamente saboteadas. Todo esto se nos cuenta en unos capítulos que funcionan como un mecanismo de relojería, los guiones van administrando la tensión e hilando las tramas de forma modélica, dejándonos con la boca abierta en cada final de temporada. De hecho, se han vertido muchos ríos de tinta acerca de cual es la mejor de las 5 temporadas de The Wire. Personalmente, me quedo sin duda con la segunda. Lo que sobre el papel no sonaba interesante -la investigación al sindicato de estibadores del puerto de Baltimore- va escalando hasta convertirse en un drama de ecos clásicos, lo más parecido que se ha hecho nunca a El Padrino en televisión. Que nadie se la pierda.


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Comentarios

  1. Me gustó mucho la serie, llevo vistas las tres primeras temporadas, y como bien dices, empezar cuesta! Yo seguí con ella gracias a tus promesas de futuro, jeje En cuanto a los personajes y el guión, los malos son poco malos para mi gusto, a veces son poco creíbles, y la trama a veces demasiado lenta y otras demasiado rápida... y para mi gusto todas las temporadas cierran un poco en falso. Pero a parte de eso, muy bien!

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    1. Leyendo tu crítica no queda no parece que te haya gustado mucho, menos mal que aclaras en la primera frase que si, jajaja. 😜

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    2. Me gustó, pero yo no le daría tanta nota como se le da habitualmente en FA u otros sitios. Es de otra época, es cierto y eso se nota, a ver las otras temporadas que tal, las 3 primeras me las i de un tirón, y si fuese mala eso no podrías hacerlo

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