Ventanilla a la izquierda


Te sientas, como cada día, en el primer vagón del tren, junto a la ventanilla, a la izquierda. Desde ahí las vistas son mejores.

Como cada día sacas un libro y comienzas a leer. O al menos lo intentas. Como cada día el tren comienza a llenarse y no puedes evitar acabar escuchando las conversaciones que te envuelven. Entre los "o sea", "en plan", y los "tía" se esconde una verdad a gritos: ellos viven, tú no. Tú sólo lees sobre cómo otros viven. Historias increíbles que te gustaría que fueran tuyas. Te sientes mayor, cansada, sin embargo, una voz en tu cabeza te recuerda que nada ha cambiado, nunca fuiste joven, siempre te has sentido mayor, incluso cuando eras una niña. Simplemente se van acercando tu edad física a tu edad mental.

Aun así hay algo te apena a la par que te asquea. Dos bestias salvajes peleándose por el mismo cacho de carne putrefacta. ¿Qué más dará? El caso es que tú no eres uno de ellos, nunca lo has sido y hay unas escasísimas probabilidades de que lo llegues a ser. Ellos lo saben, tú lo sabes, todos lo saben. Esas cosas se notan, al fin y al cabo, están tan pegadas a uno como la piel. No puedes cambiar de piel, no puedes cambiar de esencia. Te rodea una especie de aura. Tú eres invisible para ellos, sólo una rarita más. Ellos son inferiores para ti y, aunque sabes que pensar eso está mal, no puedes evitarlo.

Y, sin embargo, una parte de ti se pregunta cómo sería estar al otro lado. Tú y tu maldito espíritu científico. Nadie te advirtió de los incómodos efectos secundarios que conlleva en la vida real esa corriente filosófica. No pasa nada, gracias a esos libros que devoras tu imaginación es un vergel. 

¿Por qué uno es como es? No, esa es pregunta para otra ocasión. ¿Cómo sería ser uno de ellos? Si, eso sí. 

La vida se te antoja más sencilla pese a su (aparente) ajetreada vida. No parece complicado. Sólo tendrías que dejarte llevar como una rama arrastrada por un río. Sólo tendrías que decir "sí" donde siempre has dicho "no". Sólo tendrías que dejar de pensar. Sólo tendrías que... Sólo tendrías que practicarte una trepanación. Hoy en día esas cosas están muy mal vistas. Ay, las viejas costumbres... La gente ya no respeta nada. 

Desprecio por ellos, sí. Asqueo por su estilo de vida, sí. Pero, seamos francos, también curiosidad y algo de envidia. ¡Se les ve tan llenos de vida! ¡Tienen una vida tan simple y a la vez tan llena de emociones! Pese a ser tú la que te evades de la realidad enfrascándote en esas tierras fantásticas son ellos lo que no viven en el mundo real. ¿Cómo lo hacen? 

Finalmente sacas los auriculares y sintonizas la única emisora que no te resulta extraña. Te ríes de ti misma ante el cúmulo de cosas que, consciente o inconscientemente, te hacen ser tal como eres y te alejan de los otros.  

"Da igual, eso no tiene por qué ser tan malo", piensas.

Con guitarras eléctricas y baterías al fondo de tu cabeza, la Gran A'Tuin continúa su lento caminar por el inmensurable universo. 

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