BoJack Horseman


Animada reflexión 

BoJack, a su manera disfuncional y bestia, tiene la capacidad de removerte hasta en lo más profundo con temas cotidianos en los que, al igual que él, te esfuerces con mayor o menor grado éxito en enterrar. Yo me he encontrado en muchas ocasiones retorciéndome delante de la pantalla al presenciar conversaciones completas palabra por palabra que yo, personalmente, había vivido en alguna ocasión. Y es extraño, creo que hasta digno de psicoanálisis, comprobar la adicción que provoca esa mezcla de incomodidad que genera ver a un caballo de metro noventa cometer tus propios errores mezclado con una diversión absurda pero, hasta cierto punto, lógica.

En BoJack Horseman se tratan temas muy profundos y complejos de una manera que puede estar más o menos velada dentro de una serie de animación. Por ejemplo, uno de los puntos fuertes que se ve a lo largo de todas las temporadas es la depresión, la depresión varias formas ya que no hay dos depresiones iguales. BoJack Horseman es un actor, una antigua celebridad de los 90 que alcanzó e éxito con una sitcom llamada Retozando (paradójicamente BoJack Horseman también está enfocada como una sitcom pero eso ahora mismo da igual). En la actualidad BoJack es una vieja gloria de 50 años con una serie de traumas infantiles, miedos actuales, adicciones varias y una larga lista de deseos frustrados que él mismo se dedica a sabotear. Al igual que la depresión hay otros temas la demencia senil, la maternidad, la vida laboral, la felicidad conyugal o en pareja que, siempre tratado con estilo, mezcla el humor con una realidad cruel. Para mi hay tres capítulos simplemente brillantes: uno sobre la depresión (como ya he dicho), otro sobre la demencia y otro sobre la adicción. 

Por Amanda Antonio Vigil


Por cierto, no os saltéis las intros. A parte de ser simplemente estupendas, te dan pequeñas pistas del estado mental en que se encuentra BoJack y ni siquiera son iguales durante una misma temporada.



Un Caballo Triste 

La idea de ver una serie de dibujos animados protagonizada por un caballo que fue una estrella de la tele en los 90 y ahora es don nadie cínico, depresivo, adicto y bastante tóxico para los que le rodean resulta, cuanto menos, desconcertante. Pero nos aventuramos a darle a play, una vez superada la sensación de extrañeza que produce ese mundo lleno de animales antropomórficos se descubre una serie que, como bien dice Amanda, sorprende por el riesgo y profundidad de los temas que trata. Aun así, lo hace sin perder nunca el sentido del humor, un humor loco y absurdo, que hace que en muchas ocasiones pasemos de la carcajada al mazazo en la misma escena.


BoJack es un personaje realmente interesante, lleno de contradicciones internas, que unas veces intenta hacer las cosas bien y otras es un cabrón egoísta, lo que lo hace muy humano. Además, está rodeado por toda una serie de personajes secundarios con personalidades muy marcadas y con historias propias bien desarrolladas, de manera que a lo largo de las cinco temporadas que tiene ya la serie los vamos viendo asumir más protagonismo y cambiar (a mejor y a peor). Es curioso como la serie integra los comportamientos animales y los humanos. Vemos, por ejemplo, como BoJack relincha cuando se enfada o como Mr. Peanutbutter, su mejor “amigo”, un perro, no puede evitar perseguir con su coche el camión del cartero. También hay chistes comunes a todas las temporadas (¡Érika!), que se llegan a convertir en una autorreferencia.

En definitiva, Bojack Horseman es fundamentalmente una crítica del star sytem de Hollywoood (“Hollywoo”), de lo vacía, solitaria y, finalmente, destructiva que puede resultar la fama. Una crítica llena de humor y mala leche, pero también sensibilidad. Si no me creéis solo tenéis que ver el episodio 6 de la quinta temporada, incluido en todas las listas de los mejores episodios de una serie del pasado año.  

Por Ace

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