I love L. A. Lakers


-Javi, ¿viste el partido ayer R. Madrid vs Estudiantes de baloncesto?

-No, yo veo NBA.

-Me refiero al baloncesto de este       planeta  no al de otra galaxia.

-Es que yo amo a los Lakers.

Año 1979. Mi primer partido de la NBA, la final Los Angeles Lakers contra Boston, el resultado es lo de menos.  Kareen Abdul, Magic Johson contra Larry Bird, Parrish. ¡Siiiii!

Desde entonces I love L. A. Lakers.

¿Qué tiene que ver esto con el cine?

Pues mucho.

No le busquen en las redes sociales, ni siquiera tiene móvil. La ultima vez que accedió a ser entrevistado en televisión, Nixon ocupaba el despacho oval y los estadounidenses aún estaban orgullosos de su presidente numero 37. Hace cosa de año y medio se dejó ver en una de sus propiedades: un asiento a pie de pista del Staples Center de los Angeles, cuartel general de l8s Angeles Lakers, por el que paga 100.000 dolares al año. Que sus apariciones públicas hayan sido cada vez más escasas en los últimos tiempos nada tiene que ver con los estragos de una enfermedad mental. Jack  Nicholson no padece Alzheimer. Lo que tenía era pocas ganas de presenciar las derrotas que esa campaña había recibido su idolatrado equipo de baloncesto y que le habían sepultado en la penúltima posición de la Conferencia Este. La sonrisa del tiburón de Hollywood con 81 años está rumiando su regreso al tajo cinematográfico (8 años de paréntesis después) para interpretar a un viejo cascarrabias en un remake del film alemán 'Tony Erdamm' nominado como mejor película de habla no inglesa en los últimos Oscar.

Tres estatuillas y otras 9 nominaciones adornan la extraordinaria carrera profesional de este actor carismático,  de personalidad compleja y tendencia a la desmesura que se crío en una mentira lacerante. Hijo de una peluquera menor de edad y de un obrero de la construcción dipsomano, que salió huyendo de la buenanueva, John Josep Nicholson creció creyendo que su madre era su hermana y, sus abuelos sus padres. La estratagema familiar, que buscaba tapar el deshonor, se la desmontó la revista Time en un reportaje sobre su vida. Para entonces  Nicholson llevaba veintitantas películas a sus espaldas entre ellas, 'Easy Rider' su despegue al estrellato, y estaba a punto de rematar 'Chinatown'. Atrás, muy atrás, quedaban sus inicios como chico de los recados del departamento de dibujos animados de la Metro Goldwyn Mayer

Fuera de los platós, este hombre de estatura discreta (1'77), cejas triangulares y mirada canalla, también se había aplicado con intensidad para explorar a fondo todos los recovecos de sus dos grandes pasiones previas a la NBA: las mujeres y las drogas. En concreto el LSD, que consumió con alegría durante años. Ahora le basta con un poco de marihuana para sazonar su vejez. La jota mayúscula de Hollywood lo fue mucho antes de interpretar al supervillano de Batman. El cuco de Nicholson -el único actor que ha hecho de Joker, del diablo y del hombre lobo- se labró una fama de feroz depredador de alcoba que el escritor Marc Eliot (experto en hurgar en la vida privada de otros mitos como Clint Easwood o Cary Grant) se ocupo de revenir en una biografía que la editorial Lumen publicó en España hace 2 años más o menos. Se resume en algo así como sexo, Oscar y eyaculación precoz, una disfunción que, según el autor, siempre obsesiono y atormento a Jack.

El actor, entretanto  no perdió comba y se aplicó a fondo en la meta que se fijo desde chaval: trascender en el arte de la interpretación. Y aunque rechazó algunos papeles emblemáticos, certificó en otros muchos, con esa magnética aura de perdedor tierno y peligroso a la vez  su condición de gigante de la pantalla.

Devoto de Bob Dilan, Louis Amstrong y Marlon Brandon, amigo y vecino de Beberly Hills, la única mujer que acompaña en los últimos tiempos al repulsivo Jack Terrance de "El resplandor" es Lorraine, la pequeña de sus cinco hijos, y a la que engendro, al igual que a su vástago anterior, durante su relación de diecisiete años con Anjelica Huston. La meca del cine no ha bendecido otra pareja mas electrizante ni, probablemente, más tóxica.

Con 81 velas y un guión sobre su mesa, el viejo Jack parece estar de vuelta desde la distancia cuidadosamente trazadas con sus perpetuas gafas de sol. Habrá que seguirlo de cerca. Ya se sabe que cuando llama suele hacerlo dos veces.



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