El día de mañana

Miniserie de 6 episodios, dirigida por Mariano Barroso, que no dejará indiferente a nadie, sobretodo el final, que, aunque esperado, no impide que nos quedemos clavados en el sofá. Como siempre me la aconsejaron mis cinéfilos de cabecera, Jorge y Amanda, y me enganchó desde el primer minuto. Ambientada en la Barcelona de los 60, es agradable ir reconociendo rincones de la ciudad y sus alrededores,  y ambientes y sucesos de los que tanto hemos oído hablar.

Justo Gil, un joven lleno de ambición, llega como un inmigrante más a la próspera y prometedora Barcelona de los 60. Sin nada en los bolsillos y empujando un carrito en el que lleva a su madre invalida sentada encima de las maletas y todas sus pertenencias, viene con unas ganas tremendas de comerse el mundo, cueste lo que cueste y a costa de quien sea. La ciudad, en pleno viraje hacia la modernidad, parece sin duda el lugar ideal, y él llega dispuesto a exprimirla y a convertirse en un hombre de éxito. Estamos en el final del Franquismo, la gente empieza a explorar nuevas libertades y Justo, una persona poliédrica, camaleónica, sabe enseguida a quien arrimarse para llegar a su meta.

En la historia principal vamos viendo intercaladas una serie de entrevistas a los principales protagonistas de los sucesos y vivencias que compartieron con Justo Gil, y a través de ellos vamos descubriendo que nadie, ni los más cercanos a él, le conocieron de verdad. A lo largo de los años,  y por increible que parezca, Justo pasa de vendedor por catálogo a estafador y confidente de la policía político-social, y de militante Comunista en la clandestinidad a activista Fascista.

Me agradó descubrir, poco a poco y con cierto deleite, que las escenas frente al mar, las que simulan suceder en los chiringuitos de la Barceloneta, estan rodados en realdad en los Baños de Montgat. Se conservan igual desde los años 50, y a través de ellos accediamos a la playa con mis abuelos a mediados de los 80.

Entre muchas otras, me pareció memorable la escena en que el comisario Landa, interpretado por Karra Elejalde, cargado con sus discos de Mozart, toma posesión de su nuevo puesto en la comisaría de Vía Laietana, famosa por los abusos y las torturas que se cometían en ella. Landa, exmilitar y Fascista hasta la médula, tratará de frenar los aires de cambio y marcará la etapa final de Justo.