Pyongyang


A Pyongyang le debo el hecho de haberme introducido a las novelas gráficas, digamos, adultas, hace ya muchos años. Porque la historia que cuenta este cómic, con su dibujo caricaturesco y sus toques de humor sarcástico, es de todo menos simpática.
Cierto es que aquí no vamos a encontrar un guión trabajado, giros inexperados o una narrativa digna de los grandes escritores.
Lo que aquí se nos ofrece es el día a día del autor de la obra, Guy Delisle, un dibujante canadiense que se desplaza hasta la capital norcoreana para trabajar durante 2 meses como supervisor de una serie de animación.  Durante la obra veremos toda la estancia en la ciudad, acompañado siempre por su inseparable guía, que controlará todos sus movimientos, relatando también el trabajo diario y las visitas a lugares emblemáticos del país asiatico.
Delisle refleja con una maestría y un humor ácido a la sociedad norcoreana y sus costumbres (o más bien sus obligaciones); una maestría que, por otro lado, solo puede obtenerse habiendo pisado el suelo de Pyongyang durante varias semanas.
El hermetismo norcoreano, el totalitarismo, la idolatría hacía un "amado lider" y el choque cultural para los occidentales se refleja fielmente en esta obra, que nos acerca un poco más la cruda realidad de un pueblo sometido a un yugo dictatorial disfrazado de república socialista.
Una lectura recomendada sin duda, que te hará sorprender, reir, entristecer e incluso te hará preguntarte si ciertas cosas pueden llegar a ser ciertas.

"(El agente de aduanas norcoreano saca una novela de la maleta del protagonista, con un número en su portada: 1984)
-¿Y esto que es?
-Es una novela... antigua... de los años cincuenta. Una especie de clásico. Es ficción..."

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