El Terror

Empezaré diciendo, muy a mi pesar y sin desmerecer para nada el regalo con el que este libro llegó a mis manos, que El Terror de Dan Simons, lamentáblemente no es, ni será, Hyperion. Queda muy lejos de la trepidante y fresca la saga Hyperion y Endymion con la que Simons ganó tantos y tantos premios. Aunque eso ya era de esperar, ya lo podíamos suponer, pero hay que decir que aun así me gustó, eso hay que recalcarlo, pero esperaba más, mucho más, la verdad.

Esta novela esta basada en hechos reales, con protagonistas de carne y hueso, Sir John Franklin, Francis Crozier, James Fitzjames, y muchos más, y barcos, el HMS Erebus y HMS Terror, de los que tanto he leído en biografías y monografías sobre de la exploración Antártica. Esperaba encontrarme un relato de ficción, pues nadie sabe a ciencia cierta que ocurrió con los tripulantes de esta expedición, hay que recordar que hasta el 2016 no se encontraron los restos de uno de los barcos, por lo demás sólo se tenían historias incompletas retransmitidas de generación en generación por la tradición oral del pueblo Inuit, y algunos restos, que poco aportaban a discernir la verdad, encontrados por las múltiples expediciones de rescate que se llevaron a cabo a lo largo de los años para esclarecer los hechos de lo ocurrido.

La historia empieza en 1847, a la vuelta del viaje de James Ross en que se circumnavega por primera vez la Antártida, los mismos barcos de la Armada británica, el HMS Erebus y el HMS Terror, se hacen a la mar al mando de sir John Franklin. Van en busqueda del anhelado paso del Noroeste, pero pronto los dos barcos quedarán atrapados atrapados en el hielo del Ártico, y sus planes se ven abocados al fracaso. Sin poder hacer nada por continuar su marcha y completar su expedición, rodeados del frío polar y de inminentes peligros, sólo pueden esperar a que llegue el deshielo que les permita escapar. Pero poco a poco, los meses van pasando y tras varios veranos en los que el deshielo brilla por su ausencia, las condiciones de supervivencia se vuelven más y más extremas; temperaturas que superan los cincuenta grados bajo cero, provisiones de comida escasas y en mal estado, la llegada de enfermedades como el escorbuto y el deterioro inexorable de los barcos, van mellando las esperanzas de vida de la tripulación. Hasta que se deciden abandonar las naves, que fueron su hogar durante largos años  y, acarreando botes y provisones, buscar por otros medios un camino de huida y salvación a la desperada.

Hasta aquí todo perfecto, las típicas y rudas condiciones de exploración polar de finales del siglo XIX. Ingredientes más que suficientes para hacer un relato de terror redondo hipotetizando sobre lo ocurrido. La expedición fracasó por el rigor ártico, y dentro de un panorama desolador, es de suponer que no tardaron en entrar en escena las primeras muertes, la rebelión, el motín y el canibalismo. Pero Simons añade la extraña presencia de una criatura bestial y misteriosa que hace que los hombres crean que se enfrentan no sólo a las condiciones naturales más adversas, sino también a fuerzas sobrenaturales que superan, por momentos, sus creencias y su razón. La verdad es que esta parte, y es más de la mitad del libro, me sobró. No era necesario hacer reaparecer un Alcaudón de los hielos, por favor...

Así pues, el libro empieza y termina muy bien, una puesta en escena con grandes pinceladas de historia, describiendo a los personajes centrales y su pasado, y un epílogo relatando la crudeza del  frío y de las enfermedades como el escorbuto a la que se enfrentaban todas de exploraciones náuticas de esta época. Todo ello sazonado al final con grandes dosis de desasosiego por el canibalismo, de los que si hay ciertas pruebas históricas que pudo llegar a ocurrir. Estas dos partes las leí de un tirón.  Pero el núcleo central de la historia, con la criatura devorado a los tripulantes me sobró, y la verdad es que se me hizo un tanto pesada. No hacía falta. ¿Qué necesidad había?. Si alguien me lo puede explicar...