House
Gregory House, Greg para los amigos, estuvo llenando mis noches de los martes durante ocho largos y maravillosos años y, ¡ay, cómo le echo de menos!
House era un genio de la medicina, resolvía cada caso como un puzzle y es que está "basada" en el personaje de Sherlock, de hecho, hasta intentaron que los nombres de los personajes sonaran parecidos: House = Holmes y Wilson = Watson. Años más tarde, averiguando cosas poco a poco sobre Sherlock Homes, vi más paralelismos entre ambas historias, paralelismos que no puedo decir sin hacer spoilers así que no diré nada.
Se trataba de una serie con capítulos autoconclusivos, sí, pero eso no era lo importante, lo importante era toda la historia de fondo, ir conociendo cada vez más a House, su relación con Wilson, Cuddy y el resto del equipo. Lo que más me gustaba de esta serie era el carácter de House, su humor irónico, ácido, sarcástico, su realismo que muchos confundirían con pesimismo, su borderío absoluto... Me encantaba verle descifrar los casos como si fueran adivinanzas, ver cómo analizaba a la gente, dejando ver un poco de si mismo en cada caso. Muchas de sus frases, de sus lemas, su manera de ver el mundo, me resultaban tremendamente familiares, y puede que por eso me gustara tanto la serie.
La mayoría de las series que no sólo me han gustado, sino que me han encantado, tienen algún personaje con un carácter, una personalidad, con la que me puedo sentir identificada, sino a tiempo completo, sí a ratos. Esto me pasó primero con House, luego con True Detective y más recientemente con The young Pope.
House tuvo ocho temporadas, no todas ellas buenas. En algún momento se apartó del buen camino y se le fue mucho la pinza, no recuerdo en qué temporada, creo que la 6 ó la 7. Supongo que con aquello perderían muchos espectadores porque hasta a mí me estaba costando seguir. Es el problema de las series que duran demasiado, que corren el riesgo de ir perdiendo la esencia original, ir corrompiéndose poco a poco hasta que no seas capaz de reconocer al personaje que te encantaba en los origines con esa cosa en la que se convirtió al final. Pero finalmente supieron darle un final digno.
Se trataba de una serie con capítulos autoconclusivos, sí, pero eso no era lo importante, lo importante era toda la historia de fondo, ir conociendo cada vez más a House, su relación con Wilson, Cuddy y el resto del equipo. Lo que más me gustaba de esta serie era el carácter de House, su humor irónico, ácido, sarcástico, su realismo que muchos confundirían con pesimismo, su borderío absoluto... Me encantaba verle descifrar los casos como si fueran adivinanzas, ver cómo analizaba a la gente, dejando ver un poco de si mismo en cada caso. Muchas de sus frases, de sus lemas, su manera de ver el mundo, me resultaban tremendamente familiares, y puede que por eso me gustara tanto la serie.
Todo el mundo miente.
House tuvo ocho temporadas, no todas ellas buenas. En algún momento se apartó del buen camino y se le fue mucho la pinza, no recuerdo en qué temporada, creo que la 6 ó la 7. Supongo que con aquello perderían muchos espectadores porque hasta a mí me estaba costando seguir. Es el problema de las series que duran demasiado, que corren el riesgo de ir perdiendo la esencia original, ir corrompiéndose poco a poco hasta que no seas capaz de reconocer al personaje que te encantaba en los origines con esa cosa en la que se convirtió al final. Pero finalmente supieron darle un final digno.
Comentarios
Publicar un comentario
Introduce alguna sugerencia: