El viaje. II
MARTES
Martha y Beth intercambian opiniones, arropadas por la
privacidad del pescante de una de las carretas.
-No me gustan esos negros, no sé por qué tenemos que llevarlos
junto con nosotras, gentes de bien y temerosas de Dios.
- La
mayor de las hermanas parece ser una buena cristiana, devota y piadosa. ¿A ella también la repudias?
- Más que a ninguno de ellos. No creo que sea uno más de los corderos de
señor, y no quiero que esa blasfema mofa de la fe que profesa sea comparada con
el autentico ministerio del Señor.
-El
padre Samuel la tiene en buena estima. ¿Por qué deberíamos desconfiar de un hombre de
Dios?
- No
sé quién nombró sacerdote a ese Samuel, pero si creé que el rebaño del Buen
Pastor puede estar manchado con estas ovejas negras, no compartiré su fe.
Se hace el silencio mientras el viaje continua su rumbo hacia el Mississippi. Mientras, en la segunda de las tres carretas, dos mujeres fuertes,
hijas del avance hacia el oeste, conducen. Y en la primera de ellas, sentado
junto a un joven español, el sacerdote clama a Dios.
“El Oscuro pondrá piedras en el camino, pero el Señor guiará
mis pasos. En las sombras de la noche Él será mi luz, y nunca necesitaré mas guía
que la suya.”
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